En julio empezaron a llegar las primeras fotografías tomadas por el nuevo telescopio espacial, James Webb, lanzado el día de Navidad del 2021, tras 11 años de retrasos y con un coste de 9.700 millones de dólares. Entre otros lugares del Universo, dirigió su cámara a los acantilados cósmicos de la nebulosa Carina. Impresiona la imagen que preside la entrada, con picos de polvo y gas de increíbles texturas, donde se pueden observar, por primera vez, estrellas recién nacidas. Los importantes pasos de su predecesor, el Hubble, han sido rebasados. Una larga fila de astrónomos aguarda para enfocar el James Webb a diferentes objetivos. El esfuerzo ha merecido la pena.

Unos meses antes, un residuo del pasado humano que gobierna Rusia decidió saltarse fronteras protegidas por la ley internacional e invadir Ucrania por segunda vez en 10 años. La ciencia puede superar límites y llevar sus fronteras cada vez más lejos, pero la misma especie que la impulsa amenaza con autodestruirse por no ser capaz de hacer evolucionar de forma sensata la forma en que se organiza y toma decisiones. En esta roca cósmica que nos acoge, las fronteras son rígidos embalses de poder que no sabemos manejar de forma pacífica. Contra ellas se estrellan cada día miles de personas que intentan mejorar sus vidas o los que quieren adaptarlas a unas sociedades más abiertas, donde es bueno y eficaz compartir culturas y servicios públicos, no sólo mercados. Un pequeño ejemplo de lo último lo hemos visto recientemente en Galicia:
https://dgap.gal/2022/12/27/xose-r-castro-sigue-habiendo-fronteras/

Como analiza mi ensayo, los constantes aumentos de dimensión e interrelación de la población y la economía, han generado enormes acumulaciones de poder que rebasan capacidades de las instituciones en que estamos organizados, basadas en el estado nación. No sabemos adaptar el modelo dominante a la nueva situación, hacer sus límites más permeables y flexibles mediante acuerdos, trabajar por encima de ellos con eficacia. El único intento serio de lograrlo, la Unión Europea, tiene dificultades para superar diferencias entre sus miembros, tras la primera salida de un socio importante y muy nacionalista, que se las prometía muy felices después del Brexit y anda dando tumbos. Seguimos muy vinculados a la tribu y los sentimientos de pertenencia que genera son manipulados por líderes populistas a los que ahora ayudan las redes sociales.

El año que termina cuenta con una larga lista de abusos nacionales. El más peligroso ha sido la invasión de Ucrania, citado antes, que provoca millones de desplazados y decenas de miles de muertos y abre la puerta al uso de armas nucleares. Tuvimos el Mundial de fútbol más vergonzoso, en un país que desprecia los derechos humanos y compra voluntades para hacer lo que quiere, como hemos visto en el parlamento europeo. Hay demasiadas naciones dirigidas por hombres iluminados por religiones, que consideran parte de su identidad tribal. Malo para todos, muy malo para las mujeres, que  en Afganistán no tienen derecho a educarse o a trabajar en ONGs en pleno siglo XXI. En Irán han tenido que echarse a la calle para protestar contra la violencia que ejercen los ayatolas, ejecutando a manifestantes o a deportistas que se solidarizan con ellas. Putin, que se considera heredero de un imperio comunista y ateo que quiere recuperar, se apoya cada vez más en la Iglesia Rusa.

El desgaste de las libertades democráticas en muchos lugares viene acompañado de más violencia, mientras los poderosos que la provocan, desde los aparatos políticos, el dinero y la información, siguen ganando espacios de influencia e impunidad. Nos cuesta demasiado ponernos de acuerdo para frenar el deterioro del planeta y de la convivencia, asistimos al creciente contraste entre lo que puede lograr la ciencia y la incapacidad de la Humanidad para adaptarse a los nuevos tiempos. Se refuerzan tendencias de retroceso en derechos básicos, de estériles y peligrosas vueltas al pasado, que mi ensayo analiza y para las que propone algunas soluciones. Si queremos que las cosas cambien, antes de que sea demasiado tarde, debemos concienciarnos de lo que ocurre y actuar colectivamente y también a nivel individual, pensando bien lo que votamos, apoyamos o compramos.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *