Lo decíamos hace unos días (12/01 Se reúne en Managua el club de Presidentes vitalicios), al nuevo zar de Rusia se le podía aplacar con dinero. Lo que más le preocupa ahora es sacar adelante el gasoducto (Nord Stream 2), construido por Gazprom una gran empresa estatal, que llega directamente a Alemania desde Rusia a través del Mar Báltico, sin depender de Ucrania, Polonia u otros países. Las autoridades alemanas tienen paradas las autorizaciones para hacerlo funcionar a causa de la agresividad de Putin en sus fronteras occidentales.

Abrir esta nueva vía de transporte de gas, un producto del que Alemania es muy dependiente, le dará una posición aún más fuerte a Gazprom como proveedor energético de Centro Europa. Moscú lo desea por motivos económicos y por reforzar su influencia en un área que considera su coto de caza. Ha elegido el frío invierno para amenazar con invadir Ucrania, cuando el corte del suministro de gas sería un desastre para el principal país de la UE. Putin juega fuerte en el momento adecuado y probablemente va a conseguir lo que se propone.

Las tensiones provocadas por Rusia obligan a afinar la reflexión estratégica en políticas claves para la Unión Europea como la energética, la de defensa la dejo para otra entrada. En las últimas semanas hemos tenido un adelanto, cuando la Comisión Europea propuso aceptar la energía nuclear (plantas construidas hasta 2045) y el gas natural (al menos hasta 2030) como energías verdes de segunda categoría. Producen poca contaminación por CO2 y se necesitan para dar estabilidad al sistema por la discontinuidad de las energías renovables en expansión, fundamentalmente eólica y solar.

El debate ha sido protagonizado por los dos principales países de la UE y se ha centrado en la energía nuclear, que tiene graves peligros potenciales y produce residuos de difícil depósito y larga asimilación. De un lado está Francia, defensora tradicional de esta de energía. Cuenta con tecnología propia y dispone de 20 centrales activas con más de 50 reactores en producción. El presidente Macron la apoya y, en este momento, tienen dos nuevas centrales en construcción.

Alemania es la que recibe más presión. Ha ido abandonando la energía nuclear, en diciembre cerró dos centrales y tiene programada para este año la parada de las dos últimas en funcionamiento, a pesar de que aún depende mucho de las térmicas de carbón, las más contaminantes en términos de CO2, que también deberá ir cerrando. Apuesta fuerte por las renovables y va en vanguardia en este campo, pero necesita del soporte de fuentes de energía que estabilicen el sistema en momentos de baja producción y alta demanda. Enero es una buena muestra de esa debilidad y Putin lo sabe. Al final, si no mantiene una mínima producción de energía atómica dependerá mucho de Rusia o de Francia. La entrada de un partido ecologista en el nuevo gobierno alemán reforzará su apuesta por la producción renovable que se irá perfeccionando con mejores sistemas de almacenamiento y el papel del hidrógeno verde. Será interesante ver si lo consigue a tiempo, son un gran ejemplo en este campo y tienden a conseguir lo que se proponen.

El uso de la energía como arma política es normal entre los autócratas que el petróleo y el gas han promovido desde que se hicieron imprescindibles. Si se consigue alejar de ellos la producción de energía, cuya demanda mundial seguirá aumentando mucho en las próximas décadas, también será más favorable  el entorno político  para la defensa de las libertades democráticas, al debilitarse el autoritarismo predominante en las zonas donde se concentran las principales reservas.

Pero va a hacer falta un período de transición como muestran los altos precios que hoy tienen el petróleo y el gas. Un autócrata de libro como Vladimir Putin sabe que seguirá así algunos años, al menos hasta que piense en jubilarse, y aprovecha para ponernos la pistola en el pecho. A lo mejor le basta con dinero (Nord Stream 2) para no invadir Ucrania. Para los europeos es prioritario pensar bien la transición hacia la energía verde y la visión común es imprescindible.

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