Maia Sandu, 50 años, es la presidenta de Moldavia y representa mejor que nadie el riesgo de asumir las posturas totalitarias del eje Pekín-Moscú. Economista, criada en el medio rural, trabajó en el ministerio de economía y en el Banco Mundial. Después se metió en política para combatir la extendida corrupción de su país. En esa tarea, empezó limpiando el sistema educativo cuando asumió el ministerio del ramo. Antes de llegar ella, había que pagar para aprobar o pasar curso, ahora ya no.

Su lucha ha sido difícil porque los grandes partidos de su país están infiltrados de oligarcas que rinden vasallaje a sus congéneres rusos, amigos de Putin. Dos veces dimitió como primera ministra por no poder cumplir su programa. Tuvo que crear su propio partido, Acción y Solidaridad. Ganó las presidenciales del 2020 y, desde entonces, ha nominado dos primeros ministros orientados a eliminar funcionarios corruptos. Es demócrata y pro europea.

Putin sabe que no puede pactar con la líder de Moldavia, preferirá derrocarla, pagando y desinformando con todos sus medios. El pequeño país, que formó parte de la URSS, es similar a Galicia en dimensión, tiene 33.000 km2 y 2,6 millones de habitantes.  Está situado entre Rumanía y Ucrania, cerca de Odessa y el Mar Negro, y será el próximo objetivo del fascista neo soviético si consigue consolidar ganancias territoriales en la guerra actual. Aquí también hay población de origen ruso, concentrada en la zona próxima a Ucrania, esta etnia domina en la región de Transnistria (4.000 km2, 460.000 habitantes), que es prácticamente independiente y donde ya se han establecido tropas rusas.

Maia Sandu es un símbolo reconfortante. No sólo por su difícil misión de limpiar, poner en valor las libertades en su país y orientarlo hacia la UE,  también por ser mujer y representar la lucha de ellas por la democracia, gracias a la cual han podido prepararse y aproximarse a la igualdad de oportunidades. Es una razón adicional para convertirse en objetivo a derribar para los grandes machos alfa totalitarios. El símbolo contrario está más al norte, en Bielorrusia, donde el macho alfa de turno, Lukashenko, se ha convertido en un títere de Putin y acoge ahora armas nucleares tácticas para presionar la retaguardia ucraniana.

En Ucrania hay mucho más en juego que frenar la anexión rusa de partes de su territorio. Están en riesgo derechos humanos fundamentales, los que Putin pisotea cuando secuestra miles de niños ucranianos. Por eso ha sido procesado por la Corte Internacional de Justicia de La Haya que ha ordenado su detención. No olvidemos a la fuerte Presidenta moldava, su lucha es también la nuestra y estaría en grave riesgo si aceptamos un cierre en falso del conflicto vecino..

No hay que dejarse seducir por las ceremonias que celebran los sátrapas del universo, ni por el autobombo con que difunden su propaganda.  Europa debe negociar la difícil vía china de apaciguamiento del agresivo presidente ruso, pero con discreción. Pedro Sánchez, que abrirá en julio la presidencia española de la UE, tendría que contener sus ganas de salir en los medios. Su viaje a Pekín ayuda a Xi a revestirse del aura de líder mundial que tanto ambiciona. Las pocas posibilidades que ofrece la vía china para parar la guerra de Ucrania deberían tratarse exclusivamente en el campo diplomático.  

Únete a la conversación

1 comentario

  1. Pues éso. Es en lo que vengo insistiendo en anteriores intervenciones. A negociar y como es natural, con la discrección que es, o debería ser, inherente a la via diplomática. En el caso de España, evitando exportar al escenario internacional prácticas que en lo doméstico rozan, al menos, lo ridículo y escandaloso.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *