Sorprende a muchos el crecimiento de la economía española, que el año pasado fue claramente superior al previsto y, en este, los pronósticos de organismos nacionales e internacionales ya se han revisado un par de veces al alza. Se ve que no leen este blog, que adelantaba la razón del aparente comportamiento dinámico de nuestra actividad productiva en la entrada del 2 de febrero, su título lo dice todo: “la economía crece, pero también emerge”. Es así, la gente usa mucho menos efectivo y parte de la extensa economía sumergida del país se pasa al lado legal, porque los receptores de los pagos (comercio, albañil, electricista, restaurante, taxista…) reciben menos billetes, declaran más ingresos y los que miden los datos encuentran que aparece más empleo y más facturación. Los ingresos de impuestos, ayudados por el mayor uso de sistemas de pago digitales, aumentaron hasta mayo un 5,5% y permiten reducir el déficit público al 1,2% en los 5 primeros meses del 2023, bastante por encima del objetivo del Gobierno para el año.

A mí me sorprende que no se enteren. Algunos porque realizan una actividad repetitiva de medir determinadas variables sin pensar más allá. Otros, con peso en la Administración y las grandes empresas, tienen interés en ocultarlo. Los políticos corruptos, los partidos que se financian de forma ilegal, los influyentes bancos emisores, las empresas de seguridad y de seguros que temen perder negocio, los cuerpos policiales que se podrían reducir mucho…, prefieren mirar para otro lado. No les interesa que se evidencien las mejoras que trae un menor uso de billetes – más empleo legal, más crecimiento, más seguridad, más justicia impositiva-  y se debata en serio la progresiva eliminación del sistema opaco de cobros que a todos ellos les da de comer directa o indirectamente. Una vía que ya recorren los países nórdicos y Australia, como he dicho en otras ocasiones.

Este blog se interesa sobre todo por el comportamiento colectivo, porque influye en cómo valoramos lo que nos ocurre, por eso quiero aportar mi experiencia. Cuando era responsable de sistemas de pago en el Banco Pastor, hace 40 años, estaban empezando a difundirse las tarjetas de crédito. Fueron un éxito, el país las recibió rápido, mejor que otros más avanzados. La razón es que aquí nunca estuvieron bien implantados los medios de pago privados en papel, los cheques, como pasaba en la mayor parte de países vecinos y en los EEUU. Nos los saltamos, en parte porque la legislación no era muy favorable a ellos y en parte porque muchos españoles venían de un pasado bastante iletrado y rechazaban escribir los números en letra, como era obligatorio para cubrir los cheques. Las tarjetas eran más prácticas, sólo había que firmar o marcar clave y además no había que preocuparse de si tendríamos impresos suficientes, como cuando el talonario de cheques estaba a punto de terminarse.

Con el paso de los años, el uso de tarjetas se ha consolidado, reforzado ahora por el móvil, sobre todo entre los más jóvenes. Según un estudio reciente de los hábitos digitales de la Zen Gen (generación Zen, la que ahora tiene entre 55 y 75 años, los que eran jóvenes cuando aparecieron los medios de plástico), el 62% de los españoles en ese tramo de edad emplea habitualmente la tarjeta de crédito para pagar. Lideran el comportamiento europeo entre la gente de su edad. Pero aún tenemos mucha economía sumergida, un reciente estudio de Infojobs recogía que un 11 % de los trabajadores cobraba dinero en B, aunque el porcentaje ha bajado más de un punto en dos años. Por eso parece crecer más la economía legal, la que se mide. La alemana, por su parte, está estancada, ellos tienen menos economía sumergida y más afición al empleo de medios de papel.

Como estamos comprobando ahora, el uso de sistemas de pago digitales tiene muchas ventajas, trae más riqueza y más seguridad con menos policía. Sin billetes desaparecerá, por ejemplo, la trata de seres humanos, especialmente nociva para las pobres mujeres atrapadas en las redes de prostitución como analizaba aquí el 18/7. Insisto, lo podemos hacer, los que vivimos dentro de la legalidad debemos exigirlo.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *