Necesitamos más protagonismo de las mujeres. Su nivel de libertad es el mejor indicador de la calidad democrática, como explico en el capítulo que mi ensayo les dedica (La Libertad de las Mujeres). Incluso es suficiente ver la legislación sobre aborto, marca sus derechos mejor que valoraciones más complejas por ser un asunto conflictivo, enfrentado a tradiciones que promueven la función maternal.

Escribo esto el Día de la Mujer, que cumple ahora 50 años, desde Coruña, ciudad que puede explicar su historia contemporánea centrándose sólo en las extraordinarias féminas que la habitaron: María Pita, Teresa Herrera, Isabel Zendal, Juana de Vega, Concepción Arenal, Fanny Garrido, Rosalía de Castro, Emilia Pardo Bazán, Sofía Casanova, Elisa y Marcela, María Casares, María Wonenburger, María Antonia Dans, Luz Pozo, Carmela Arias, Rosalía Mera…, seguro que me olvido de muchas. Una ciudad de tradición liberal, reforzada por una Galicia donde las mujeres siempre tuvieron bastante autonomía e incluso se toleraban las madres solteras. Esta vecindad me ha ayudado, sin duda, a orientar hacia la situación de las mujeres mi interés por entender el comportamiento humano colectivo.

La mayor parte de ellas son ya conscientes de que sus derechos como seres humanos y el acceso a la igualdad con los hombres dependen de que exista un sistema de libertades democráticas. Son mujeres, en su mayoría jóvenes, las que lideran la lucha por derechos básicos en muchos lugares, incluso en los más sometidos a la dirección machista-religiosa, como Irán y Afganistán. También saben que no pueden bajar la guardia, que está en peligro lo logrado hasta ahora, con mucha lucha y gracias al desarrollo de sociedades abiertas. Sus derechos se ven amenazados por el aumento de los patriotas neo fascistas, votados, sobre todo, por hombres jóvenes de baja formación, manipulados a través de redes sociales, que se sienten relegados por el ascenso del trabajo femenino y la llegada de inmigrantes.

En la dirección de los asuntos humanos hacen falta más mujeres que apuesten por una sociedad diversa e inclusiva. No deja de sorprender que la legión de patriotas, que ponen en cuestión su estatus social y las quieren centrar en tener hijos y cuidar la familia, tenga dirigentes femeninas en los países más importantes de la UE: Alemania, Francia e Italia. En España ese segmento del electorado tiene un liderazgo macho alfa, que se ajusta mejor al perfil del votante pero que, por ejemplo, frena su relevancia en el entorno social gallego, más acogedor para las mujeres. Los adictos al pasado y devotos de religiones, dirigidas por hombres y centradas en la procreación, ven como el número de matrimonios religiosos, alternativa casi obligatoria cuando la dictadura de Franco, representa ahora sólo el 20% de los celebrados en España. Por eso desconfían del estado de derecho, aspiran a imponer la fuerza y aplauden a Putin y Trump.

Nada está asegurado, pero la lucha feminista por la plena igualdad ayuda también a reforzar la democracia, el imperio de la ley frente al imperio de la fuerza y la creación de espacios institucionales por encima de los estados nación, que garanticen los derechos de las personas frente a los excesos de los patriotas.

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2 comentarios

  1. Interesante reflexión y análisis en un tiempo inestable en que el poder de las ideas se acrecienta con la caída de valores y de la sensatez

    1. Gracias Angélica, pues si vivimos tiempos de marcha atrás y los derechos de las mujeres están en mayor peligro

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