Los resultados electorales reflejan las tensiones entre los que quieren reforzar la patria, volver al predominio de elementos culturales con raíces históricas y a un gobierno fuerte, y los que buscan evolucionar para adaptarse a nuevos tiempos. La ventaja de los primeros es que disponen de un mensaje claro, atractivo para el lado más conservador de las clases acomodadas y edades avanzadas, y también para masas poco ilustradas, sobre todo de extracción rural. Esos mismos perfiles de votantes sostuvieron, por ejemplo, la victoria del Brexit en Reino Unido. El permanente empleo de símbolos culturales que, en teoría, aglutinan la nación, llevan los debates a posiciones inalienables. Hacía referencia a ello en la entrada anterior sobre la tauromaquia.

Los que apuestan por cambiar, por una Europa fuerte, por cuidar más del medio ambiente, por liberar a mujeres y colectivos LGTBI de imposiciones promovidas por ancianos credos religiosos son una banda dispersa en busca de referencias a la que el PSOE proporciona armazón. Están más presentes en las fuerzas consideradas progresistas, aunque dentro de ellas se agazapen izquierdas tradicionales, herederas del comunismo, dispuestas a regularlo todo desde la burocracia.

El esfuerzo de España para adaptarse a tiempos diferentes se enfrenta a dificultades específicas, reflejadas en la ambigua configuración del Estado en el plano territorial. La Constitución abrió una vía federal con las autonomías y una posible ampliación a confederal al reconocer nacionalidades históricas con idioma propio. Pero simultáneamente mantuvo el sistema provincial, heredero de la centralización, modelo francés, que trajo la dinastía borbónica y nunca funcionó bien en democracia por su instintivo rechazo a la diversidad.

Necesitaríamos profundizar en la descentralización y adaptarnos a una UE con más competencias, ahora también en temas de defensa. Pero hay una resistencia numantina en la enorme Administración central concentrada en la mayor ciudad, construida para albergarla y con mucha influencia, sobre todo en el centro sur del territorio, con cierto sesgo mediterráneo, quizá por el rechazo que provocan excesos del nacionalismo catalán. Observen el porcentaje de votos a Vox por comunidades que recojo al final, un claro síntoma de cómo piensan las diversas zonas en este asunto. Quedé con ganas de reflejarlo en un mapa con tonalidades de verde. Carezco de medios para hacerlo, pero ahí están los datos para el que quiera intentarlo.

No va a ser fácil formar gobierno. Los bloques están muy igualados, los partidarios de profundizar en la descentralización conservan peso decisivo en el mayoritario y algunas subespecies tienen planteamientos radicales: romper el Estado en lugar de reformarlo. Es nuestra versión, condicionada por la historia como ocurre en todas partes, de los problemas derivados de adaptar el estado nación a una humanidad muy grande e interconectada, el tema del quinto y último capítulo de mi ensayo. La capacidad que demostremos los europeos para caminar hacia patrias menos introspectivas es la esperanza de que el mundo llegue a disponer de un modelo nuevo., de un ejemplo de cómo trabajar para reducir las probabilidades de que la especie acabe por autodestruirse, encerrada en corsés institucionales de otros tiempos, demasiado proclives, como estamos viendo, a mucho gasto militar o a no tomarse en serio el deterioro ambiental.

Votos obtenidos por Vox en las elecciones del 23/7 en las CCAA, ordenadas de mayor a menor

Comunidad                % voto a Vox

Murcia                               21,83

Castilla La Mancha           17,79

Valencia                             15,65

Andalucía                           15,33

Baleares                              15,21

Aragón                                14,64

Cantabria                            14,07

Madrid                                14,02

Castilla-León                      13,80

Extremadura                      13,64

Asturias                              12,48

La Rioja                               9,74

Cataluña                              7,76

Canarias                              7,57

Navarra                               5,56

Galicia                                4,79

País Vasco                          2,61

La Vanguardia atiende mis deseos y da ese mapa verde, con resultados de las elecciones a nivel municipal.

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4 comentarios

  1. Como estoy de vacaciones (los jubilados también vacacionamos, aunque parece que no todos…) no me extenderé, aunque la entrada lo merece.
    Entre otras muchas cosas que, aunque opinables, no me parecen de recibo, quiero destacar, por decirlo de algún modo, la mayor: Partes de un inaceptable planteamiento manifiestamente maniqueo, antidemocrático y sectario, que condiciona y se extiende a lo largo de toda tu exposición, por lo que no merece la pena entrar en los detalles.
    Me parece una pena que, contra toda lógica y pronóstico, la composición del resultado de los comicios del 23 cte. pongan en grave riesgo la esperada posibilidad de devolver la gobernabilidad de España a la racionalidad y al progreso. Si, al progreso real, no al interpretado pervirtiendo el lenguaje, no dejándola a un impredecible ( o si ) coctel de objetivos diversos, contradictorios y disgregadores, que nos empobrecen y debilitan. No es descartable, dados los espurios antecedentes, que esto último pueda suceder y en el pecado llevaríamos la penitencia. De ser así, hay que confiar en que sería por poco tiempo.

    1. Le quiero recordar que las competencias de Instituciones Penitenciarias han tardado 42 años en ser entregadas a la Comunidad Vasca. El Estatuto de Gernika fue aprobado por el 90 por ciento de la población vasca con la abstención de Herri Barasuna y el voto en contra de Alianza Popular. Y todavía falta por traspasar varias competencias más. Con ello quiero manifestarle que si el Gobierno Central tarda tanto en cumplir con los requisitos de la Constitución habrá que ir pensando el dicho que corría en Latinoamérica durante el reinado de Felipe II en lo referente a la resolución de los problemas de las colonias : si la muerte viniese de España, viviríamos eternamente. Por cierto, en su comentario no dice nada sobre el sistema parlamentario español que nos dotó la Constitución : no gobierna la lista más votada sino la que obtiene la confianza de la Cámara. Si no le gustas el sistema, abogue por su cambio y no eche la culpa a los votos de los distintos partidos que son tan legítimos y legales como los del Partido Popular

      1. Gacias por su innecesaria lección.
        Es cierto que los pactos entre cualquiera de los partidos que tienen representación parlamentaria cuentan con el amparo legal, pero no todo lo que es legal es legítimo y no lo parece hacer descansar y condicionar la gobernación del pais en minorías minoritarias (proporcionalmente mucho más, aún, en votos que en escaños) cuyos objetivos declarados son diametralmente opuestos (se supone, pese a que los antecedentes inducen en algunos casos a la duda) a los que ampara y defiende la inmensa mayoría.
        Soy decidido partidario de respetar los derechos de cualquier minoría, tanto como rechazo que estos, por más maquiavelicas que sean las sinrazones, prevalezcan sobre los de la mayoría. Cuando esto sucede las expectativas de todo tipo no pueden ser más negativas.

        1. Como digo en la entrada, tenemos una Constitución que metió en el mismo saco dos sistemas alternativos de organización territorial y que también reconoce que hay «nacionalidades» históricas. La territorialidad del voto es importante, refleja visiones de identidad diferentes. El Reino Unido, que tiene una larga tradición democrática, no como nosotros, permitió que los escoceses votaran sobre su independencia. Seguimos frente a la disyuntiva de qué dirección tomar, o más España que también implica más Madrid, por eso recibe allí muchos apoyos, o menos España, más federal. Como he explicado en repetidas ocasiones, esta línea nos llevaría a menos gasto, es más racional, más moderna, más europea. En cualquier caso vamos camino de más enfrentamiento, como ocurre en otro muchos lugares.

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