La pandemia está desenmascarando, o al menos matizando, el amor a España de que se ufana la capital. Más que amor parece ahora interés. El centro se revela cuando piensa que su economía puede ser más afectada que la del resto por un confinamiento local. Algún político alega que se les discrimina.

La gestión del gran foco epidémico arraigado en Madrid desde la llegada de la epidemia ya nos condenó en marzo a un confinamiento general.  El gobierno regional, que realizó después un desconfinamiento demasiado alegre y perdió capacidad para controlar el virus, parece que se inclina por repetir la operación.

El aislamiento de Madrid dañará a la ciudad y a toda la economía española en la que tiene mucho peso, pero es el único camino para poder controlar la expansión del covid 19, como han hecho otros países europeos. El Gobierno, con siete meses de retraso, cae del burro y se rinde a los abrumadores datos que abogan por adoptar medidas extremas, para que no se desborde otra vez el sistema sanitario central y no se siga propagando el virus por el resto de un país, que, mejor o peor, va haciendo los deberes.

Es el gobierno de la Comunidad el que ofrece resistencia numantina y vuelve al enfrentamiento político. No les gusta jugar a la defensiva, les da la sensación de que, si ceden, reconocen sus errores. Lo suyo es atacar para absorber recursos: ve las autonomías como un peligro para el gran aparato administrativo y político que ha impulsado su crecimiento, empuja los espectáculos subvencionados (museos, conciertos, ferias…) para reforzar su atractivo turístico y de lugar para vivir, que apoya con competencia fiscal para captar a ricos de “provincias”, convierte la poco meditada rebelión catalana en un recurso para captar empresas …

Necesitamos un sacrificio por parte de Madrid para que España no vuelva a entrar en una espiral de muchos muertos, que obligue a extender el sacrificio por todas partes y convierta una crisis grave en una recesión histórica. También lo necesita la propia región y creo que los madrileños de a pie, que tienen tradición de solidaridad, lo aceptarán si se les explica bien. Pero no se ve tan claro desde los grandes despachos y los salones de la alta sociedad.

Su negativa a aceptar lo que recomiendan los expertos no sólo les va a perjudicar ahora en el plano sanitario y económico, también ayudará a generar un pensamiento periférico alternativo -una categoría que abro hoy en el blog- extendido por la fachada marítima. Una visión abierta de España, diferente a la que se difunde desde el centro, demasiado influida por intereses egoístas como vemos ahora.

Empiezan a aparecer apuntes de esa visión compartida de sabor marino que cuestiona privilegios capitalinos y a la que va a ser difícil de calificar como un ataque a la patria. Quizá esta gran desgracia a la que nos hemos visto abocados nos ayude a separar los intereses de España de los de su capital, hasta ahora unidos en un ideal patriótico mal entendido, pero bien manejado.   

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *