Como describe mi ensayo sobre el tema, una energía oscura empuja el uso de efectivo, que, no obstante, sigue contando con protectores en el mundo legal. Por ejemplo, las compañías de seguros y empresas de seguridad, cuyo negocio consiste en protegernos de los peligros que generan los delincuentes gracias al papel moneda. Hay apoyos también en el sector público, como los políticos corruptos y los partidos que reciben financiación bajo cuerda, o el Banco Central Europeo y su filial Banco de España. Y acaba de nacer en España una organización para defenderlo.

La  Plataforma Denaria se ha presentado con una jornada, celebrada en la Asociación de la Prensa de Madrid bajo el título “El efectivo, elemento sustancial en una economía social de mercado”. Título ambicioso, pero contrario de lo que dice. Hoy los billetes son sustanciales sólo para los que trafican, esclavizan mujeres, roban, estafan, corrompen, practican terrorismo o evaden impuestos. Por eso, los países nórdicos y  Australia, dotados de una avanzada economía social de mercado, han decidido ir eliminando el efectivo, perturbador de la eficacia, la calidad de vida y la seguridad de todos.

Los denarios han elegido un nombre que procede de una antigua moneda romana y suena ancestral, como si fuera el de una tribu defensora de infiernos sociales, producto de miles y miles de años de dinero-objeto. Todo suena a viejo, desde su nombre a lo que piensan. Los antiguos medios de pago, trasmisores de  enfermedades e ineficientes, están siendo aceleradamente sustituidos por los nuevos, más eficaces en todos los sentidos. Por eso en España está aflorando parte de la economía sumergida y aumenta el empleo, como he explicado en entradas anteriores. El gráfico a continuación refleja lo que está pasando en todo el mundo: imparable ascenso de los sistemas de pago digitales (no-cash), liderados por los jóvenes.

La inauguración de la jornada de presentación de la Plataforma Denaria, el 27 de abril, responde a ese pasado que se resiste a desaparecer, a pesar de los problemas que genera. Corrió a cargo de Javier Rupérez, veterano político del PP de 82 años y presidente de la Plataforma, e Isabel Valldecabres, directora de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre -Real Casa de la Moneda, una institución decimonónica. Aunque resultan un tanto patéticos, fuera de tiempo, encuentran acomodo institucional en la capital, que, como cabe esperar, protege las instituciones que le dan influencia y empleo público bien retribuido. La Fábrica Nacional de Moneda y Timbre tiene algo más de 1200 empleados y el Banco de España más de 3.300, que no paran de crecer a pesar de que gran parte de sus funciones originales las realiza ahora el BCE en Frankfurt y el número de bancos a supervisar se ha desplomado en los último 20 años.

Los europeos tenemos un grave problema con la política del BCE de emitir cada vez más billetes, sobre todo de altas denominaciones, aunque la gente los deje de usar. Ningún país del euro figura en el gráfico reproducido arriba, porque hay resistencia a producir estadísticas que contradigan una visión favorable al papel moneda. Cuanto más tardemos en parar los pies a los denarios de todo tipo para cerrar infiernos antiguos, más inmigrantes ilegales llegarán, más gente sufrirá y morirá. Por primera vez en la historia, podemos hacerlo. Pongámonos a ello de forma sensata y planificada, siguiendo el ejemplo de países muy desarrollados del norte europeo.

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1 comentario

  1. Cuando se está de acuerdo ¿para que discutir?. El dinero en efectivo se presta a todo tipo de acciones ilegales, que creo no hace falta volver a detallar, independientemente de los costes inherentes a su gestión. Los argumentos con que se pretende defender su mantenimiento son dificilmente sostenibles frente a los importantes costes de todo tipo inherentes a una práctica a todas luces decadente. Cuanto antes se asuma esta realidad, mejor. En este blog se ha expuesto con razonable estudio de detalle la forma de ir articulando el proceso «desmonetarizador», de forma que sea lo menos lesiva posible para los segmentos de población más sensible, por razones opetativas, ante tales medidas.

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