En mi ensayo considero que la mejor medida del nivel de democracia de un país es la libertad de que dispone su población femenina, porque ella les ha permitido conquistar la igualdad de derechos. Si se quiere emplear un índice aún más sencillo, basta con revisar la legislación de plazos sobre aborto voluntario que el Estado observado tiene en vigor, menos tolerancia indica peor calidad democrática.

En Irán las mujeres están en lucha contra la autocracia de los ayatolás con manifestaciones masivas, iniciadas cuando supieron que la policía asesinó a una detenida cuyo delito era llevar el velo mal puesto. Decenas de personas han muerto y cientos están detenidas. En Afganistán, el lugar más retrogrado en un concurso internacional que, cada día, tiene más candidatos peleando por ese honor, algunas se arriesgan mucho al protestar por algo tan elemental en el siglo XXI como que se les permita trabajar fuera de casa y se eduque a las niñas.

En países desarrollados, como los EEUU, la base religiosa radical, muy influyente sobre todo en el centro sur, está consiguiendo que en algunos estados se prohíba  el aborto provocado. Las diversas subespecies de conservadores españoles y la líder ultra derechista italiana, admiradora de Mussolini y próxima jefa de gobierno, siguen con la batalla de fomentar las familias numerosas y recortar el derecho al aborto en las primeras etapas del embarazo. Dicen que les preocupa una “crisis demográfica” que no existe. Más bien sucede lo contrario, el mundo está superpoblado lo que amenaza su equilibrio ecológico. Si quieren niños sólo tienen que abrir las fronteras. La crisis demográfica es un mantra de los más católicos, obsesionados con la reproducción, con que las mujeres se dediquen a ser madres.

Ahora, con el ascenso de líderes populistas, muchas ven que sus libertades están en retroceso, son las que sufren los primeros ataques de los antidemócratas, por eso merecen todo el respaldo posible. Incluido el de los gobiernos que nos representan, que, por ejemplo, no deberían cortejar a las diversas subespecies de sátrapas machistas de Arabia o de Persia. Aunque les compremos petróleo conviene tratarlos como apestados, porque no dejarán de vendérnoslo, viven de ello. No les importamos nada, hace unos días acordaron en la OPEP una reducción de la producción de crudo para provocar subidas adicionales de precios, complicarnos más la situación económica y apoyar un marco energético que favorece al fascista Putin, que amenaza con emplear armas nucleares en Europa. Son gentuza y hay que tratarlos como tales, sólo les preocupa su cartera y su harén.

Es imprescindible apoyar con decisión la lucha de las mujeres, nos jugamos mucho todos. Un tema recurrente en este blog sobre la libertad de las personas, cada día más amenazada.

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2 comentarios

  1. Es incontestable, o al menos debería serlo, la necesidad de seguir, incansablemente, defendiendo de forma proactiva los derechos de la mujer en plena igualdad con los del hombre. Tanto es así que, en mi opinión, no parece necesario y más bien inconveniente forzar tanto los argumentos, hasta el punto de que las dudas que pueda suscitar alguno o algunos de ellos, puedan poner en cuestión el objetivo principal de lo que se reivindica.
    Y es que explicar lo obvio no requiere esfuerzos argumentales. Rizar el rizo poco aporta e incluso puede ser contraproducente.

    1. Comprendo que alguno de los temas que comento puede parecer reiterativo, el problema es que considero que el mejor índice de democracia es la libertad de las mujeres. La referencia al aborto puede ser incómoda, no es un tema fácil, aún así, es un indicador fiable de lo que digo en la frase anterior. Lo de la «crisis demográfica» es una afirmación muy repetida que no responde a la realidad, se trata de otra disculpa para promover que las mujeres se dediquen a ser madres, línea tradicional de las grandes religiones.

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