La Humanidad camina senderos peligrosos para su supervivencia con calidad de vida. Hay graves riesgos que mi ensayo analiza y se tocan en el blog. Las crisis existenciales de los estados nación en el S XXI (viejos imperios terrestres que quieren recuperar espacios que dominaron, acumulaciones de poder del dinero por encima de fronteras…) están en la base del aumento de la radicalización política, la imposición de soluciones del pasado, el ascenso de los sistemas totalitarios, el desgaste de las libertades, las agresiones militares…

La otra gran fuente de problemas existenciales es el calentamiento global. Debemos extremar los esfuerzos para frenar el aumento de la temperatura de la atmósfera. La Organización Meteorológica Mundial acaba de informarnos de que ya hay un 66% de probabilidades de que el calentamiento de nuestra atmósfera supere en 1,5 grados los niveles preindustriales en alguno de los años comprendidos entre el 2023 y el 2026. La probabilidad que registraba en su análisis de hace un año se quedaba en el 48%. En el 2015 la fijaba en poco más del cero, cuando los acuerdos de París marcaron como meta colectiva más ambiciosa no superar nunca ese nivel que empezaremos a rebasar pronto.

Los Estados negocian y llegan a compromisos para reducir las emisiones de gases efectos invernadero y para que los más desarrollados, causantes de la mayor parte de las acumulaciones históricas, ayuden a los que tienen menos recursos a realizar su parte del esfuerzo colectivo. En este preocupante marco para la sostenibilidad de la vida, no es de extrañar que los más jóvenes apoyen cada vez más las ideas ecologistas, cuando una parte de sus mayores son negacionistas, aún creen que lo del cambio climático es un invento no demostrado, postura extendida en la derecha más dura y en las autocracias que viven de los combustibles fósiles.

Dedico esta entrada a los que tienen muchos años por delante, porque, como titula el epílogo de mi ensayo, todos somos necesarios, ahora más que nunca. Tenemos que concienciarnos de la necesidad de adaptar a la dura realidad hábitos que vienen muy condicionados, siempre ha sido así, por los avances tecnológicos. Debemos ser conscientes de que algunas nuevas tecnologías requieren una enorme cantidad de gasto energético para mover gigantescos centros de proceso de datos.

En el titular cito dos de ellas: la inteligencia artificial y las criptomonedas. La primera presenta una gama de desafíos que están en el centro del debate público, como abrir nuevos espacios a la manipulación de la información y condicionar el comportamiento colectivo, o ser utilizada como arma en conflictos militares. La segunda es menos peligrosa, aunque tiene potencial para generar burbujas especulativas en línea con la vieja idea de creer que uno ha descubierto algo que está muy infravalorado y su precio se disparará. Pasó con los tulipanes en la Holanda del siglo XVII o con los sellos de correos en la España de finales del XX.

Tengan cuidado al utilizarlas. Se necesita una mejor regulación en ambos casos, pero sus usuarios deben ser conscientes de que un uso excesivo tiene también consecuencias ecológicas e incluso políticas, al reforzar el poder de los que controlan las fuentes de energía, dados habitualmente a mandar mucho, invadir vecinos, suprimir libertades y someter a las mujeres y a los colectivos LGTBI.

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1 comentario

  1. La diferencia entre el medicamento que cura y el veneno que mata suele estar en la dosis. Es de aplicación para casi todo. También para esto.

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