El Mundial de Catar sólo dejó caliente a la Argentina, que inicia su verano como campeona del mundo. La fiesta del país anfitrión, deleznable por su falta de libertades sobre todo para las mujeres, me dejó frío. El dinero árabe, el del petróleo, se ha visto también en el escándalo de corrupción destapado este mes en el Parlamento Europeo. Un síntoma de debilidad institucional, muy mala noticia para el único espacio del planeta donde se intentan superar, con base democrática, las limitaciones del estado nación. Con ella se alegra la cohorte populista que invade la política internacional. Caso de Hungría, que se ha apresurado a tapar su corrupción alegando lo de “mal de muchos…”

Helados nos dejan a los españoles los enfrentamientos de nuestros políticos y los bloqueos de las instituciones. Responden a causas profundas, a cómo debe evolucionar nuestro propio estado nación, modelo que, también en nuestro caso, tiende a tensarse en un mundo más poblado, diverso e interconectado.

Pero en estos días, cuando se vive más en familia, se hacen balances de un año y pronósticos y promesas para el próximo, no puedo dejar de pensar en las heladas temperaturas que atenazan a millones de ucranianos mientras luchan contra la invasión decretada por un fascista, que espera vencer su resistencia destruyendo infraestructuras energéticas, las que les permiten calentarse algo en un clima de frío extremo. Una guerra de anexión, apoyada ahora en esta variante de genocidio, iniciada el 24 de febrero por un país, un estado nación, que no asume la pérdida de lo que considera sus dominios, su imperio.

El último capítulo del libro que me sirve de base para escribir estas líneas se titula “Más allá del estado nación” y va seguido de un epílogo “Todos somos necesarios”. Lo somos, hoy más que nunca. Hace falta más sociedad civil comprometida. No me canso de repetirlo.

Aquí también tenemos demasiadas personas a las que les cuesta tener su hogar algo templado por la subida de precios de los combustibles. Pero lo de Ucrania es dramático. Los que podemos estamos obligados a hacer un esfuerzo que ayude a que los gobernantes rusos o árabes pierdan fuerza . Ahora se lo debemos a los ucranianos, son europeos y están siendo masacrados por un enemigo despiadado. No es suficiente con mandarles ayuda, es necesario que todos nos involucremos.

Pensemos en ahorrar algo más de energía, bajando la calefacción o la temperatura a la que está el agua caliente. En mi caso, siempre he controlado el gasto en calefacción. Este año algo más, hay que estar un poco más abrigados en casa. Ahora, por primera vez, me he fijado que el agua que usamos para lavarnos estaba demasiado caliente y había que mezclarla con agua fría. He bajado la temperatura y sale templada del grifo, lo justo para no pasar frío en la ducha. Cada uno debe valorar lo que puede ahorrar en el uso de energía, es un acto de solidaridad con europeos amenazados.

Aunque puedan permitírselo, bajen temperaturas y usen menos el coche. ¡Ah! y presionemos a los políticos para que no derrochen energía. Dan muy mal ejemplo con exhibiciones impúdicas de iluminación. Viven en el corto plazo y emplean con frecuencia la egoísta filosofía del refrán “ande yo caliente…”. La sociedad civil no debe contagiarse, debe dar ejemplo, quizá sirva para que los que nos dirigen se porten de forma más sensata. Lo agradecerá el planeta y la calidad democrática de los que lo habitan. No sólo los ucranianos. Cuando pienso en ellos, en el frío que pasan muchos, se me encoge el corazón.

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3 comentarios

  1. La propuestas de austeridad y solidaridad en todos los sentidos (los que se citan, entre otros) pueden y deberían ser asumidos por todos. Los mensajes, p.e., de S.S. El Papa o de SM. El Rey Felipe VI no difieren, en lo sustancial, de lo propuesto en la entrada. Yo tampoco, pero me pregunto cual es la «extracción» de los presuntos delincuentes que están siendo investigados por su mediación en el blanqueo de la imagen del despótico regimen catarí. Parece que hay entre ellos un ideológico denominador común que convendría confirmar por si ello pudiese valer para reflexionar sobre los origenes de tan deplorables hechos.

    1. Me interesa menos el sesgo político de los que caen en la corrupción, que la la capacidad de los billetes de generarla en todas direcciones. Acuérdate de bajar un poco el consumo de energía y que tengas un feliz 2023.

      1. Lo muchísimo que, comprensiblemente, te interesa la capacidad de «los billetes» para generar corrupción, no quiere decir que te interese poco «el sesgo»…
        Defiendo yo, con no menos constancia, el consumo responsable en general y el de la energía en particular.
        Correspondo cordialmente a tu felicitación con los mismos deseos.

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