Me he referido en otras ocasiones a este asunto, ejemplo perfecto de la capacidad de los poderosos para explotar a los pequeños y bloquear los cambios legales que puedan perjudicarles. La portada (Un país de microempresas), que reproduzco arriba, y un artículo de dos páginas del suplemento de economía de uno de los principales diarios nacionales, abordaba recientemente el problema. Pero no acierta en el diagnóstico, se pierde en generalidades.

Las pymes no crecen porque no pueden invertir, tienen la mayor parte de sus recursos ocupados en financiar circulante, las grandes empresas les absorben la tesorería. Según el informe anual de la Plataforma Multisectorial Contra la Morosidad (PMCM) basado en las cuentas auditadas, el plazo medio de pago de las empresas no financieras del IBEX 35 en el 2020 fue de 191 días, si pagaran al plazo legal máximo de 60 días, inyectarían algo más de 58.000 millones a sus proveedores, muchos de ellos pymes. Tomando el total de empresas cotizadas, los sectores más “morrosos” son Comercio y Servicios (294 días de período medio de pago) y Construcción e Inmobiliario (275). A los bancos la situación les va bien porque financian casi todo ese crédito a través del descuento de pagarés emitidos. Una actividad más rentable y mejor considerada en sus balances que prestar directamente a poderosos con pies de barro.

Todos ellos son agentes económicos con gran influencia en el país. Hay un proyecto de ley sobre este asunto, con sanciones a los que paguen a más de 60 días, que el Congreso incorporó a trámite, a principios del verano de 2020, por unanimidad de todos los grupos parlamentarios. Esa es la solución, es bien simple. Desde entonces, el proyecto anda dando vueltas por la Cámara. Los lobbies han conseguido “congelarlo”. El propio Gobierno que lo propuso ya ha intentado promulgar alguna versión descafeinada. Pero, afortunadamente, la Unión Europea, considera que hay que abordar el problema en serio y sirve de poyo a los esfuerzos de la PMCM para que no se aparque definitivamente.

Otra manifestación del dominio de los poderosos es que las publicaciones especializadas no parecen ser conscientes del problema. El artículo que da pie a esta entrada ocupa dos páginas completas y ni menciona la causa real de lo que denuncia: los plazos de pago. Recoge opiniones diversas sobre razones circunstanciales de la poca dimensión de nuestras empresas: presión de burocracia cuando se crece, baja capacidad de delegar de los directivos, exceso de temporalidad laboral… Humo.

No se puede tener una base empresarial de mayor dimensión y más competitiva si las pymes carecen de recursos para invertir porque se los absorben las grandes empresas. En ese sentido el dibujo de la portada del suplemento de referencia es perfecto, una hormiga sostiene la bandera de España, de la España que deseamos y debiéramos promover, frente a un elefante. Ponen el dedo en la llaga, aunque no se den cuenta. No se puede ser industrial y avanzado, si se paga mal. Si ni atajamos ese defecto estructural, seguiremos con demasiadas microempresas, con poca industria, con el predominio de los servicios y la construcción, con empleo mucho empleo precario.

Una gran debilidad de nuestra economía que es bien fácil de arreglar: aprueben ya el proyecto de ley que anda dando vueltas en comisiones parlamentarias y períodos para presentar propuestas. Si no lo hacen, es porque quizá tengan miedo de perder financiación para sus partidos. Pocas veces hemos tenido una solución tan sencilla para un problema tan grave.

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