La decisión de la UE de aplicar, desde este año, un tipo mínimo del 15% del impuesto de sociedades a todos los grupos empresariales es muy importante. Materializa un acuerdo tomado hace tres años por 140 países, dentro de la OCDE. El segundo capítulo de mi ensayo (El poder del dinero) denuncia cómo el viejo modelo de estado nación se muestra poco eficiente para combatir las acumulaciones de poder que se generan en una economía mundial mucho más grande e interconectada. Grandes empresas se benefician de la competencia fiscal entre los países y tributan menos de lo que debieran. Por fin, se empiezan a tomar medidas para combatirlo.

La UE es el primer gran actor económico que da el paso, un éxito del período en que España ha ocupado su Presidencia. Ahora hay que confiar en que los Estados Unidos, China y la India hagan honor a sus compromisos y sigan su estela. El contexto de crecientes déficits fiscales, incluido el de Alemania país de línea ortodoxa en esta materia, ayudó a tomar una decisión que aumentará los ingresos públicos, pero no le quita trascendencia. Es prueba de lo que ya he repetido en el blog (la última el pasado 28/12) y el libro: La Unión Europea es un modelo de referencia de cómo debe ir organizándose poco a poco una Humanidad que, en su situación actual, necesita apostar por diluir fronteras, compartir medios, negociar más y gastar menos en armamento.

La directiva de la UE es compleja, da un plazo de tres años para su completa entrada en vigor y ya ha sido aceptada y transcrita por todos los socios, incluidos los que practicaron la competencia fiscal para atraer grandes empresas a su territorio: Irlanda, Holanda y Luxemburgo. Vecinos importantes, que no forman parte de la UE, también han iniciado la aplicación del acuerdo de la OCDE es el caso del Reino Unido y Noruega. Lo mismo que otras economías avanzadas como Japón, Australia, Corea del Sur y Canadá. Pero es preciso destacar el caso de Suiza, el prototipo de paraíso fiscal, que ahora da pasos para ser más responsable, después de que en el 2017 ya se plegara a la presión de la OCDE para abandonar el secreto bancario y aceptar el intercambio de información sobre titulares de cuentas en sus 225 bancos, que gestionan un tercio de las grandes fortunas del mundo.

La implantación del impuesto mínimo llevará algún tiempo, pero, si llega a buen fin, dejará una Humanidad más solidaria, donde la carga de los servicios públicos estará distribuida de forma más equitativa. Los países donde operan grandes grupos internacionales podrán aplicarles mínimos impositivos del 15 % si no pueden demostrar que ya tributan ese mínimo en el país donde están domiciliados. Seguirá habiendo competencia fiscal entre Estados vía créditos, subvenciones o exenciones, porque los que tienen poder siempre lo aprovechan en beneficio propio. Pero el camino iniciado permitirá llegar a combatir también esas prácticas.

El ejemplo europeo es muy importante para abrir espacios de cooperación que los habitantes del planeta necesitamos cada día más, superando egoísmos nacionalistas. Una razón poderosa para que se frene el preocupante ascenso de populismos varios cargados de racismo y ganas de vueltas atrás.

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