Se producen vueltas atrás en muchos lugares, el caso de Afganistán es reciente y muy claro. Tenemos otros ejemplos que se han ido tocando en el blog: legislación en Tejas sobre aborto, armas y limitaciones al ejercicio del voto; ascenso de una potencia totalitaria como China y de imitadores como Rusia, Bielorrusia, Turquía, Polonia y muchos más; el Brexit; el aumento de la desigualdad y la limitación de la igualdad de oportunidades por la influencia de los más ricos en política; el exceso de poder de las grandes tecnológicas…

El modelo institucional básico del estado nación está acosado por un mundo muy poblado e interconectado y hay la tentación de volver a viejas recetas para apaciguar tensiones: reforzar fronteras, aumentar gasto militar, apoyar al salvapatrias de turno, perseguir a los extranjeros, recurrir a la religión en busca de soluciones… Lo que se consigue es añadir problemas y reducir las libertades, especialmente la de expresión. Las mujeres siempre son grandes perjudicadas. Han ido consiguiendo su equiparación con los hombres, en paralelo con la extensión de la democracia. En Rusia o China casi no hay dirigentes femeninos.

Nos cuesta medir el nivel de deterioro de las sociedades o fijar criterios para apoyar a unos o a otros desde los Estados más democráticos y avanzados. Pues no es tan difícil: céntrense sólo en la situación de las mujeres. Lo digo en el libro, la libertad de las mujeres es el mejor índice del que disponemos para valorar el nivel de libertad y respeto a los derechos humanos de un país. Son la mitad de la gente, no seremos libres si ellas no lo son.

Debemos condicionar cualquier tipo de ayuda o de acuerdo comercial preferente a la situación de la población femenina. El primer aspecto a considerar es su acceso a la educación en todos los niveles, un objetivo prioritario. Afganistán es un buen ejemplo. Hace 20 años, en el anterior período de gobierno de los talibanes,  las niñas no recibían educación escolar. Ahora el 80% están escolarizadas. No creo que puedan revertir totalmente la situación, pero lo intentarán. Hay que presionarles, condicionar la ayuda humanitaria a mantener lo que heredan en este campo.

Las grandes religiones, dirigidas siempre por hombres, son el principal sistema de sometimiento de las mujeres, apoyado en una obsesión por la reproducción que proviene de otros tiempos (capítulo 4 del libro). Se siguen oponiendo, por ejemplo, a la regulación del aborto o la legitimación de las uniones homosexuales. Ahora, la especie corre peligro por lo contrario, por tener demasiados ejemplares. Esa es la raíz de los desafíos ecológicos, como el calentamiento global.

Si no fueran muy doctrinarios, aprenderían de lo ocurrido en Afganistán: gracias a la educación de las niñas, la mortalidad infantil ha caído a la mitad en 20 años. Si retroceden en ese parámetro se verá que no defienden la vida, sólo quieren mantener ideas medievales y el dominio masculino. La educación es lo principal, pero hay otros objetivos: prohibir matrimonios de niñas y adolescentes y uniones pactadas por los progenitores, permitir heredar a las mujeres, eliminar la poligamia, fijar cotas mínimas de presencia femenina en la dirección de las empresas y la política (aquí echaremos de menos a frau Merkel) …

Lo más eficaz para ayudar a mejorar los países y dificultar vueltas atrás es poner la situación de la mujer en el centro de las relaciones comerciales y la ayuda humanitaria. El islam es la más poderosa organización machista del planeta, su función principal es someter a las mujeres, lo demás es maquillaje ideológico. Fíjense en la pinta de los futuros líderes talibanes adoctrinándose en la madrasa Haqqania de Peshawar, Pakistán. De allí salen dispuestos a lavarle el cerebro a la gente con el Corán en una mano y un kaláshnikov en la otra, por si hay que recurrir a la guerra santa para evitar que sus esposas paseen sin cubrirse o que las niñas reciban educación.

Por ello, las mujeres deben ser también el centro de las medidas para combatir la parte más negativa de la influencia islámica en los países europeos que cuentan con importantes minorías musulmanas. Esto será motivo de otras entradas.    

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7 comentarios

  1. Totalmente de acuerdo contigo. Es reconfortante poder contar con personas como tú que lo piensan y…lo comparten publicamente.
    O lo vemos, o el futuro es totalmente incierto y…trágico para todos.

    1. El futuro es incierto por definición, pero la situación de las mujeres es el mejor indicador de como vamos en democracia y derechos humanos

  2. Quique tendrías que ir a dar clases a la madrasa de Peshawar , a ver si lo entienden de una vez. Quizás si frau Merkel te acompaña , ahora que está en paro (voluntario) les podríais intentar educar .

    1. No quiero jugarme la vida, es mejor apretarles con los fondos que necesitan para que sigan dándole educación a las niñas. Llevará tiempo

      1. En lo sustancial de lo que se plantea y argumenta en la entrada objeto de comentario, sin caer en la hiperbole, cabe suponer que somos mayoría los que concordamos. Siendo así cabe esperar que logros, pese a los atrancos (los que se citan, entre otros) sean imparables.

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