Cada año lo mismo, venga a jalearnos de que somos muy buenos y vamos a ganar Eurovisión, que estamos entre los favoritos, que la canción gusta mucho. Después, suspendemos el examen. En el certamen celebrado el 13 de mayo quedamos de 17 entre 25 finalistas, un nuevo desastre. Sobre todo en la votación popular, nuestra propuesta no gustó nada a los espectadores.

Diez días después, casi nadie se acuerda de Blanca Paloma, ni de la aflamencada canción EaEa. Las elecciones municipales han centrado en Bildu y sus candidatos ex etarras la permanente lucha del centro-sur a favor de la España uniforme. Esa línea cultural ha enterrado a Blanca, como ha hecho con el repaso que, una semana después, propinó el Manchester City de Guardiola al Real Madrid, para muchos, otro símbolo de la patria. Al menos, el gran club madrileño dio una alegría a sus seguidores, poco después, ganando la Eurocopa de baloncesto tras eliminar al Barça en semifinales. 

Nuestra representante en Eurovisión no lo hizo tan mal, si tomamos en cuenta que entre el 2015 y el 2021 nuestro mejor resultado fue el puesto 21. La excepción fue la cubana Chanel, que, el año pasado, quedó tercera con SloMo. Ayudó el aire más internacional del tema, que incluso llevaba parte de la letra en inglés. También pesó el apoyo de RTVE y del propio Estado, necesitaban un éxito, aunque fuera relativo, para tapar el pucherazo de elegir a Chanel en perjuicio de Tanxugueiras, que había arrasado en el voto popular durante la selección del festival de Benidorm. Ellas no encajaban en la imagen de lo español, ni en los intereses de la industria musical. Eran raras, chicas de pueblo que cantaban en gallego. El régimen de Franco hizo algo parecido y demostró más influencia en Europa cuando se esforzó en que Massiel ganara el premio del 68 con Lalala. Se volcaron en ello, tras haber seleccionado previamente  a José Manuel Serrat y sustituirlo después por querer cantar en catalán, lo consideraban antiespañol.  

En democracia, no puede eliminarse un concursante por emplear una lengua cooficial y, para no presentar a Tanxugueiras, alegaron que en el festival no gustan los temas con raíces folclóricas. Este año se olvidaron de lo dicho el anterior, se ve que los ritmos flamencos de EaEa no se consideran folclore periférico, son algo de todos. Pero defraudaron, no les gustó ni a los espectadores ni a los jurados.

Si siguen en esa línea de promover música con conexión a la cultura popular quizá deberían plantearse dar otra oportunidad a Tanxugueiras, que siguen recibiendo reconocimientos. La semana pasada, la gala de los Premios Min (música independiente) las eligió como el mejor trabajo de música de raíz y, el mes anterior, los premios Odeón (otorgados por AGEDI, la entidad de derechos de propiedad intelectual que agrupa a los productores fonográficos) les otorgaron el destinado al grupo revelación alternativo del 2022.

Mi recomendación a RTVE es que escuchen más a los espectadores y menos a sus asesores, demasiado influidos por lo políticamente correcto. A lo mejor así consiguen ganar Eurovisión después de más de medio siglo. 

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2 comentarios

  1. De todo, me quedo con lo que dices de los pucherazos. No están nada bien en grado de tentativa y mucho menos, aún, en los casos en que las intenciones se convierten en realidad.

    1. Hay que defender a Tanxugueiras, un fenómeno espontáneo y conectado con la cultura popular que no encaja en determinadas visiones

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