Me interesan las dinámicas que mueven el comportamiento colectivo, que suelen extenderse más allá de lo que observamos en un país. Hay una tendencia internacional (Putin, Trump, Brexit, Italia, Turquía, Hungría, Israel, Polonia…) a mirar hacia el pasado (nación, fronteras, religión, xenofobia, relegar mujeres, combatir libertades, negar cambio climático…) para frenar las dinámicas hacia más democracia, tolerancia, integración de la humanidad, cuidado del medio ambiente, solidaridad, diversidad… En resumen, crece el nacionalismo de Estado ante los obstáculos para hacer evolucionar el modelo de estado nación heredado y adaptarlo a un planeta mucho más poblado, integrado y diverso. El aumento del gasto militar y la venta de armas en todo el mundo es un preocupante síntoma de a dónde nos conduce la incapacidad de cambio y la razón principal para escribir el ensayo que me sirve de base.

En nuestro país el deseo de uniformidad está muy arraigado en el centro sur. Interesa a una capital que concentra mucho poder político, económico y mediático, y pelea por mantenerlo y aumentarlo. El resto de esa área geográfica tiene miedo de empobrecerse si no se mantiene el tráfico de transferencias de la periferia norte hacia ellos. La influencia en las elecciones de esta visión exige matices porque operan otras circunstancias, por ejemplo, los problemas de un gobierno descoordinado e intervencionista.

Pero, más allá de circunstancias coyunturales, crece la idea de recurrir a un pasado idealizado para ordenar el futuro –incluida la posibilidad última de que sean los militares los que nos conduzcan a él-, muy en línea Vox que, después de estas elecciones, se consolida como tercera fuerza política en España. Resulta curioso que la ultraderecha franquista no haya conseguido en la tierra de Franco más que un solo concejal, le llegó en Avión. Vox parece consolidada en casi todas las CCAA, pero se queda al otro lado del “telón del grelo”, como en los 60 llamábamos, en plan coloquial, a las montañas que separan Galicia de la meseta.

Es en la provincia de Ourense donde Vox ha obtenido más votos, más que en las otras tres provincias gallegas sumadas. No puede sorprender, es la más próxima al centro sur, la que no tiene acceso al mar pero sí AVE rápido con Madrid y un presidente de la Diputación, que la ha recibido en herencia del cacique de su padre, actúa como un monarca y se salta las leyes de tráfico cuando le peta. La gran interrelación del PP con la Galicia rural cuenta con la ventaja de no enfrentarse a un partido galleguista de centro (1). Así puede sentirse seguro para seguir siendo discreto mensajero del centro sur, abducido por la visión de España que irradia desde Madrid, donde ahora domina. Lo que explica, por ejemplo, la decadencia del uso del gallego bajo su gestión. Idioma del mismo tronco lingüístico que el portugués, oficial de la UE y hablado por 300 millones de personas, con el que permite una comunicación fácil y nos hace más competitivos. Una gran oportunidad perdida.

(1) Para ser de centro hay que ser periférico, no se puede ser de centro y centralista, una visión conservadora. Se lo advertí en su día a Albert Ribera (10/11/2019). No sé si me leyó o llegó por su cuenta a la misma conclusión, pero dejó Ciudadanos meses después. Un partido finiquitado como su precursor, la UPyD de Rosa Díez, que tenía el mismo problema: ese espacio es del PP.

Únete a la conversación

2 comentarios

  1. Se supone que el objetivo principal con esta entrada es hacer (digamos) una valoración del resultado de las elecciones del 28 cte. Si es así, para explicarlo, recurrir al plausible interés por las «dinámicas que mueven el comportamiento colectivo» obvia que la interpretación de dichas dinámicas está sujeta a interpretaciones muy subjetivas. En España no es ajena a esa importante tarea la que tiene encomendada el Sr. Tezanos y ya vemos de que va la cosa. No ejerzamos de Tezanos…
    Interrelacionar, de algún modo, el resultado de dichas elecciones con la tendencia internacional que lideran los «malotes» que citas, a la supuesta ultraderecha franquista, la visión de España que irradia desde Madrid, la posibilidad de que se recurra a los militares para ordenar el futuro, la xenofobia, relegar a las mujeres, combatir las libertades, etc. etc., me parece un tenebroso exceso cuyo objetivo no puede ser otro que distraer y derivar la atención respecto a la realidad tangible de lo expresado en las urnas, tal vez más motivado por el deseo de dar una coz a Pedro Sánchez, coz que, a falta ahora mismo a mejor oportunidad, recibieron en su trasero, con razón o sin ella, muchos de sus correligionarios. Estaría justificado, aunque no sorprendente lo contrario, que los «damnificados», sin perjuicio del análisis de su posible corresponsabilidad en los motivos que llevaron al correctivo recibido, exijan la suya a quien(es) la tienen en mayor medida.

    1. Me interesan las tendencias de fondo en el comportamiento humano no tanto el resultado de unas elecciones, que como digo en la entrada también está sometido a factores coyunturales

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *