La actual línea del principal partido de la oposición ha ido decantándose hacia análisis sencillos y mensajes con pocos matices. Usando actitudes culturales, que siempre tienen algo de tópico, ahora se ajusta más a una posición castellana, muy inspirada por un alto funcionario, natural de Valladolid, residente privilegiado en Madrid. Seguro que les beneficia en las próximas elecciones regionales en Castilla-León y Andalucía

Recordábamos hace unos días (Galicia se nos cae, 10/01/22), que Manuel Fraga, de cuyo fallecimiento acaban de cumplirse 10 años, había ido desarrollando una rica perspectiva política desde la Presidencia de la Xunta. Incluso mantuvo amistad con un líder, Fidel Castro, situado en sus antípodas ideológicas. Estos días, miembros destacados del equipo económico de Mariano Rajoy han mostrado su disconformidad con la oposición frontal del Presidente de su partido a la nueva reforma laboral, pactada por el Gobierno con sindicatos y patronal. Si los empresarios la suscriben es porque mantiene los principales avances de la reforma de Rajoy, especialmente la menor indemnización por despido improcedente, necesaria para combatir la temporalidad. ¿Por qué no apoyarla?

Parece que la línea de Pablo Casado va más de imponer que de negociar. En la esquina noroeste, el PP vuelve a contar con un sólido Presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo, que mantiene actitudes más flexibles y relaciones constructivas con fuerzas como el PNV. En la sede central del partido algunos lo tildan de nacionalista, gallego supongo, no como ellos que son nacionalistas madrileños, gentilicio que tienden a confundir con el de españoles. Isabel Díaz Ayuso ha dado reiteradas muestras de esa interesada confusión, quizá por eso sea tan popular allí y sus planteamientos estén siendo absorbidos en la política nacional del PP.

El complejo mundo por el que navegamos exige flexibilidad, capacidad de adaptación, cierta dosis de empatía con los demás. La España que va de uniforme, como para desfilar, es una ilusión que gusta a Vox. Un deseo imposible que, por eso, siempre funciona mal en democracia. Aunque pueda sea útil para ganar elecciones en el centro-sur, circunstancia que estos meses aprieta las neuronas de algunos.

Si el PP quiere seguir teniendo un peso político significativo en toda España debería alejarse de las simplezas que vende FAES. No creo que lo haga y es una pena, porque cede protagonismo a la ultraderecha y fomenta la fractura entre españoles. Rosa Díez, Alberto Garzón o Inés Arrimadas, licenciados en la misma escuela patriótica y jacobina donde se doctoró José María Aznar, enseñan el camino de decadencia por el que se circula con bagaje conceptual tan pobre.  

Deberían escuchar más a sus líderes gallegos que, a veces, les pueden resultar incómodos porque valoran la diversidad, pero son capaces de adaptarse y ocupar todo el espacio del centroderecha en Galicia. Sería mejor para todos que se dedicaran a absorber lo que queda de Ciudadanos antes que a competir con Vox, aunque esto sea lo que les pide el cuerpo.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *