En abril del 2018 el Presidente Trump nombró consejero de Seguridad Nacional a John Bolton, un auténtico halcón en política exterior. Fue el principal impulsor de la invasión de Irak 15 años antes. A ese veterano de la política no le gustó que, año y medio después, lo echara de su puesto. El niño rico, gordo y mal criado se cansó de tener en un cargo muy importante a un político experimentado, con ideas propias, mala uva y conexiones con el “estado profundo” que gobierna allí en temas de seguridad. Lo que le gusta es revolotear por el corral agitando la cresta y las alas, cacareando lo primero que se le ocurre.

Aficiones que confirma el halcón en sus memorias que se van a publicar ya, si los abogados de Trump no consiguen impedirlo. El Washington Post ha adelantado algún contenido del libro. El gallo payaso va a sentir el picotazo de un ave más dura, en un año de elecciones en que se le acumula el trabajo por las protestas contra la violencia racista y el parón derivado de la pandemia del COVID-19.

Entre otras muchas cosas, Bolton dice que el Presidente pidió ayuda a Xi Jinping para ganar las próximas elecciones y, también, a otros de sus amigos totalitarios como Vladimir Putin. Describe a Trump como errático y desinformado y afirma que practica la “obstrucción a la justicia como una forma de vida”. John Bolton, un personaje siniestro, puede acabar por hacer un favor a la Humanidad dejando sin cresta al payaso.

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