Se sabía que Alberto Núñez Feijoo no sería elegido al faltarle unos pocos votos. El debate de investidura fue un espectáculo bastante patético, teñido de llamadas a una igualdad que hay que traducir por uniformidad, a gusto de la capital y la gran burocracia. Las sesiones parlamentarias vinieron precedidas de una gran manifestación, en Madrid por supuesto, contra el indulto a procesados y condenados por el intento de referéndum en Cataluña hace seis años. Junto a Feijoo, la encabezaban los expresidentes Aznar y Rajoy.

Nos recordaba en La Voz de Galicia mi admirada Fernanda Tabarés cómo los líderes de la derecha se vieron apoyados por Felipe González y Alfonso Guerra, dirigentes históricos del PSOE y eximios representantes de la visión centro-sur de España. El ideólogo y estratega de comunicación de esa línea política es Miguel Ángel Rodríguez, que antes escribía los discursos del presidente Aznar y ahora los de Isabel Ayuso. A él se debe la frase: Váyase Sr. González. En la que Aznar ella basó su estrategia de asalto al poder. Como nos indicaba Fernanda, ahora debe desear: Quédese Sr. González.

Sus proclamas de igualdad no pueden obviar nuestra diversidad, una riqueza de todos, recogida en una Constitución que habla de nacionalidades históricas, distintas de las regiones (entrada del pasado día 3). Por mucho que se empeñen en defender el gran aparato central, la España democrática tiende a preferir un modelo federal, sobre todo en la periferia norte. Sería lo deseable, ya he explicado aquí que los sistemas federales son más baratos y eficaces que los centralistas, Es lo que necesita un país diverso y plurilingüe como el nuestro. Además, estamos en la Unión Europea, a la que se han trasladado competencias importantes de la Administración Central que, en consecuencia, debería reducirse. Será por eso que la UE no le gusta ni a Vox ni a sus colegas de ultraderecha, allende fronteras.

Las recientes elecciones, el gran ejercicio de la democracia, han dado un resultado que promueve la federalización, con perfil confederal en las comunidades históricas. El PSOE de Sánchez es más capaz que los otros partidos “nacionales” de ir en esa dirección, pero para poder aprovechar la oportunidad deberían reducirse los excesos independentistas de algunos.

Dentro del revuelto panorama que tenemos, aparece también un intento de volver a organizar el centro político. Varios ex militantes de UPyD y de Ciudadanos promueven un nuevo partido, La Tercera España, que cuenta con el apoyo de intelectuales conocidos como Fernando Savater o Andrés Trapiello, enemigos viscerales de los nacionalismos periféricos. No tendrán éxito, en estas páginas lo he advertido varias veces: en España es incompatible ser de centro y ser centralista. En cuanto eres lo segundo, pasas a ser de derechas. Un partido centrista debe ser capaz de pactar con todos los partidos democráticos. Pero no me hacen caso y La tercera España será el tercer intento fallido de un centro centralista.

La presión anti descentralizadora amenaza con mantener tensa la situación política y las pretensiones independentistas de algunos refuerzan las tensiones y pueden hacer imposible un nuevo gobierno que avance hacia un Estado federal asimétrico, acorde a la realidad del país. Quizá volvamos a las urnas, espero que, si pasa eso y la situación no varía mucho, todos hayan tenido tiempo para recapacitar, reducir excesos y apoyar un gobierno estable.

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1 comentario

  1. Como de todo lo demás ya se ha tratado «de abondo» y poco vamos avanzar recordandolo, me quedo con lo que me parece menos desaprovechable de cuanto dices, no otra cosa que el último párrafo.
    Es probable que el resultado de unas hipotéticas nuevas elecciones no difiera mucho de las del 23J, pero si tendrían la virtud de que los votantes lo harían con un mayor y mejor conocimiento de que realmente «va» la cosa.
    Como dijo Feijóo, todos han quedado retratados en el debate de pretendida investidura (por más que P.S. permaneciese parapetado tras su zafio portavoz) de tal modo que lo ocultado por algunos en su programa electoral y/o lo manifestado recurrentemente en sentido opuesto a lo que ahora se pretende, quede suficientemente claro para los electores en los nuevos comicios.
    De llegar a hacerse las cosas que se buscan que sea con un verdadero conocimiento de causa por parte de quienes lo «bendicen» (los electores) y no sustrayendoles espurias intenciones. Corrijo: No sustrayendo, si no disponiendose a actuat radicalmente en contra de lo dicho, como es público y notorio suele hacer el candidato Sanchez y repetir sus apesebrados corifeos.
    Si el aparato monclovita llegase a la conclusión de que simulando un rechazo total o parcial a las exigencias de los independentistas y, singularmente, de las de Puigdemont, se abortase su investidura, de tal forma que pudiese vender su convicciones y lealtad constitucional (acomodaticias) favoreciendo un consecuente éxito electoral, tendriamos nuevas elecciones.
    Esperemos y veamos. Con los actores en juego cualquier cosa se puede hacer. Una o la contraria, según mejor convenga no a España si no a ellos. Una pena.

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