He calculado la media móvil de cinco años del porcentaje del gasto público sobre PIB en España, para suavizar el efecto de circunstancias coyunturales, sobre todo el estallido de la burbuja inmobiliaria y la pandemia de covid 19, que exigieron más gasto del Estado para contrarrestar consecuencias adversas. La media correspondiente a los 5 años terminados en el 84 se situaba en el 36,76%, la del 2022 estaba en el 46,89%. Diez puntos más.

La tendencia a un mayor peso del aparato público en la economía del país coexiste además con la incapacidad para abordar cambios estructurales que mejoren la eficiencia del Estado. Parece que sólo sabe crecer por encima de lo que ya lo hace el conjunto del país. Mi ensayo analizaba este proceso en su primer capítulo (El poder del aparato) porque es un peligro para las libertades. No sólo por la pérdida de peso de la sociedad civil, mucho más productiva, sino también porque exige cada vez más recaudación y, dada la capacidad de los más ricos para no pagar lo que debieran, traslada el esfuerzo tributario a la clase media, que pierde peso y nos conduce a sociedades menos estables, más radicalizadas.

En el libro y en este blog analizo también la creciente vetocracia, esa capacidad que tienen los centros de influencia para frenar lo que les perjudica. Es la razón principal de que el ámbito público esté muy bloqueado, incapaz de reformarse. En estas entradas he propuesto varias medidas para optimizar el funcionamiento del sector público, cito algunas para el caso de España:

  • Reducir los ayuntamientos a la cuarta parte, sobran miles de rurales sin base poblacional y muchos periféricos de ciudades, que justifican medidas de coordinación y dan lugar a nuevos organismos y más burocracia ineficiente. Por ejemplo, la provincia de Burgos (355 mil habitantes) tiene 371 municipios, Portugal (10,33 millones) tiene 308.
  • Suprimir la vieja organización territorial de inspiración centralista, modelo francés (provincias), incompatible con la de inspiración federal, modelo alemán (autonomías), que se adapta mejor a la diversidad de España y es más eficiente. El Estado gasta bastante menos en Alemania que en Francia. Ningún país tiene estructuras redundantes.
  • Tenemos un Banco de España que aumenta de tamaño, aunque haya muchos menos bancos y la política monetaria la lleven en Frankfurt.
  • A pesar de grandes inversiones en informática, el número de funcionarios en tareas administrativas no disminuye.
  • No se aborda la supresión del papel moneda que aumentaría mucho la recaudación fiscal y liberaría a muchos trabajadores públicos, especialmente en la policía.

Hay muchas más cosas que se pueden hacer y ni siquiera se debaten. Mientras, proliferan las huelgas de funcionarios pidiendo aumentos de salario, en el que no incluyen el valor de la garantía del Estado a pagarles el sueldo hasta que se jubilen. Pregunten a una aseguradora cuanto valdría ese seguro, que constituye una retribución en especie, no paga impuestos y es muy apreciada. Por eso no se van al sector privado, donde podrían ganar más.

Los tinglados burocráticos crecen y tienden a protegerse y juntarse, esa es la razón de que el sector público esté muy sindicalizado (1). Los sindicatos son también aparatos, presididos por líderes eternos. Este año, a pesar de los problemas de déficit de las Administraciones, el Gobierno ha duplicado los fondos que reserva en el presupuesto para estas organizaciones.

Eso sí, cuando hay un problema social grave, como el acceso a una vivienda digna, se lo echan al sector privado regulando por ley el precio del alquiler. Este Gobierno es particularmente intervencionista y alardea de que va a acometer la promoción pública de vivienda social, lleva 5 años gobernando y parece que se acaba de enterar ahora del déficit de oferta. Es una responsabilidad del Estado no de los propietarios. Cuanto más grande es más ineficiente y más lleno de mediocres.

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Al menos algún gran aparato entona el mea culpa, lo acaba de hacer el vicepresidente de supervisión de la Reserva Federal de EEUU, Michael Barr, por el despiste de no darse cuenta del obvio riesgo de interés que tenía el Sillicon Valey Bank, financiaba inversiones a largo con pasivo a corto y la subida de tipos de interés lo hizo caer. Se decía aquí en la entrada del 24/3: es inaceptable que enormes aparatos de supervisión y las propias auditorías privadas obligatorias, dejen escapar “un caso de libro de mala gestión”, como Mr. Barr dice ahora y lo ve cualquiera que sepa un poco del asunto. La autocrítica llega tarde, pero llega. Aquí aún esperamos la del Banco de España por no enterarse, o hacer que no se enteraba, de las toneladas de basura que tenían en el balance las cajas de ahorro hace 20 años.

(1) La foto final es de la manifestación del 1 de mayo, el coche que va delante dirige los cánticos con sus altavoces. En aquel momento cantaban: público servicio, privado beneficio. Su modelo debe ser Cuba, lo privado es malo.

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2 comentarios

    1. Gracias por estos comentarios que me animan a seguir escribiendo sobre la libertad y los abusos de los poderosos

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