El Gobierno delos EEUU a través de la Comisión Federal de Comercio, con el apoyo de fiscales de 48 de los 50 Estados y tras una investigación de 18 meses, presentó hace pocos días una demanda contra Facebook, para reducir su tamaño y posición dominante en el mercado. Ya era hora.

La primera vez que toqué este tema (27/9/19), advertía que había que aplicar los principios básicos del derecho de la competencia en el espacio económico salvaje surgido en torno a internet. Una de las propuestas era dividir las compañías demasiado grandes. Pocos días después (4/10/19) volvía sobre el asunto, aplaudiendo la idea de la veterana senadora demócrata Elisabeth Warren, que entonces buscaba la nominación para representar a su partido en las elecciones presidenciales. Defendía lo que he denominado Zu-ker-berg, dividir ese emporio en tres compañías separadas y sin vínculos entre ellas: Facebook, Instagram y WhatsApp. Quizá su postura haya influido en que no consiguiera la nominación.

Las autoridades americanas que velan por la competencia nunca permitirían, por ejemplo, que Coca Cola comprara Pepsi Cola. Pero, hasta ahora, no hicieron nada para evitar que Facebook adquiriera las antiguas empresas competidoras que forman parte de su grupo. Se trata sólo de aplicar una línea clásica para la defensa de la libre competencia que me quedó clara cuando estudiaba derecho y tuve un gran profesor, Carlos Fernández Nóvoa, maestro en la materia.

No es un proceso fácil por el enorme poder que Zu-ker-berg tiene y su posición de liderazgo mundial, que lo hace ser visto en los EEUU como un campeón nacional para, por ejemplo, competir con China. Me alegraré si, al final de una larga pelea jurídica que puede durar dos años, se impone la cordura y se consigue el objetivo previsto.

Es necesario que se imponga la lógica mercantil para la salud del planeta comercial que gira en torno a internet. Pero no es menos importante que se envíe el mensaje de que los sistemas democráticos, cuyo origen y expansión están ligados al crecimiento de la actividad comercial en mercados abiertos, son capaces de actuar en defensa de los intereses de los ciudadanos, aunque se enfrenten a grupos poderosos. Si Facebook fuera una empresa china, estaría manejada por gente del partido comunista que fomentaría la compra de todo lo que pudiera, sin importarles las consecuencias.

En la decisión de atacar la posición dominante del imperio Zu-ker-berg influyó, sin duda, el escándalo de la entrega de datos de Facebook a la empresa Cambridge Analytica, que los utilizó para apoyar a Donald Trump, a cuenta de los servicios secretos rusos, en la campaña presidencial de 2016. Circunstancia que conocimos en 2018 por la información que facilitó un exempleado de la firma británica, Christopher Wylie. El asunto ha sido objeto de un documental de Netflix, “ The Great Hack” (2019), que recibió amplia acogida. 

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