Es mejor que los rivales a los que te enfrentas estén desunidos, mientras los tuyos se mantienen disciplinados. Viejo objetivo de la estrategia militar. En política también vale. En general, los grupos conservadores están más protegidos del virus de la variedad. Suelen tener un electorado más fiel, más agrupado en torno a las tradiciones, aunque ahora están acosados por organizaciones xenófobas y totalitarias. Los partidos a la izquierda sufren más el influjo de ideas nuevas (leninismo-castrismo y derivados, autogestión, ecologismo, feminismo, …). Entre ellos prepondera los de línea socialdemócrata, con más tiempo en la batalla política y experiencia de gobierno.

A ese marco general, en España se añade el enfrentamiento territorial que condiciona más a la izquierda, dependiente de votos nacionalistas periféricos, aunque algunos partidos de ese ámbito sean de derechas. El Partido Popular, el más votado en las últimas elecciones generales, mantiene su dominio sobre el espacio que ocupa, incluido parte del voto centrista . Los que pretendieron representar ese ámbito (UPyD, Cs) fueron abducidos por su centralismo extremo que les impedía distinguirse de la derecha tradicional y pactar con fuerzas periféricas de línea moderada. A los populares les preocupa la influencia de Vox que les arrastra a posiciones más duras de las que les gustaría en algunos temas.

La situación en Galicia es la más favorable al PP, que aglutina a la derecha y a la mayor parte del centro. La segunda fuerza, BNG, representa un nacionalismo escorado a la izquierda que da miedo a muchos electores moderados. A su derecha, la visión radical de Vox tiene menos repercusión en un territorio más ambiguo en lo identitario retro. El PP conoce bien el país y posee raíces profundas, especialmente en las zonas menos urbana, más propicias al contacto próximo que ejerce con naturalidad el partido que ha gobernado aquí la mayor parte del tiempo que llevamos de democracia. Experiencia, raíces y tensiones políticas a su izquierda le aseguran volver a ser el más votado en las elecciones del día 18. La duda es si alcanzará una nueva mayoría absoluta, tras las cuatro consecutivas de Alberto Núñez Feijoo, que ahora lidera el partido a nivel estatal y ha dejado al frente de Galicia a Alfonso Rueda, un gestor experimentado de perfil discreto.

Las dudas en que se mueven los estrategas electorales ante pronósticos ambiguos nos están haciendo vivir elecciones tensas, donde de emplean todas las tácticas de manual para afirmarse o para debilitar a los rivales. El divide y vencerás es importante porque el sistema de recuento que tenemos penaliza bastante la división del voto. Además de las papeletas que obtenga Vox, el PP tiene un problema provincial, Democracia Ourensana (DO). Pero estas formaciones no pueden participar en los principales debates televisados y reciben escasa atención. Pero debe tener cuidado con la división interna, tras las recientes declaraciones de Isabel Ayuso, que recogía en la entrada anterior, disparando contra intereses vitales para Galicia desde una visión localista. Como el asunto entre en campaña, tendrán que elegir entre perder aquí la mayoría absoluta o abrir un frente indeseado con la influyente Presidenta de Madrid. Por ahora se van librando, quizá sus rivales estén esperando a los últimos días para obligar a Feijoo a tener que elegir entre Galicia o Madrid.

La alternativa al PP, es una Xunta de coalición entre PSOE y Bloque, con posible presidencia de la líder nacionalista, Ana Pontón, que, por primera vez, daría una mujer al frente del gobierno gallego. En esta parte del espectro electoral, la división puede ayudar a una nueva mayoría absoluta del PP. A la propia coalición de partida, que ya dio lugar a un gobierno bipartito (2005-2009), se une Sumar, que cuenta con dos diputados gallegos en Madrid desde las elecciones del año pasado. Ahora podría obtener quizá un representante, en agosto se presentó aliada a Podemos y ahora estos van por su cuenta. Otra variante divisoria del voto opositor.

A pesar de que Sumar no tenía representación en el parlamento de Galicia, los resultados en las generales, a las que concurrieron con un grupo que ahora compite con ellos, justifican que participe en debates en TV y que la prensa más afín a los populares les de mucha cancha. También ayuda que su líder sea gallega, Vicepresidenta del Gobierno y con buena imagen. Sumar tiene capacidad de dividir el voto de izquierdas y quizá decidir el resultado electoral. De la mano de Yolanda Díaz, ha dado nueva vida a lo que queda de Izquierda Unida, los viejos comunistas, y cuenta con el apoyo de los dos principales sindicatos. No puedo evitar que me preocupe ver a la ferrolana, heredera de la tradición sindical de su ciudad que vivió desde niña al ser su padre un sindicalista relevante, rodeada de esos dos eternos jerarcas de la burocracia laboral. Están muy lejos de la idea, desarrollada en el ensayo que me sirve de base, de que es necesaria la renovación permanente de las organizaciones con presencia pública para evitar que se anquilosen y sean refugio de la mediocridad subvencionada.   

   

       

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