La final de copa entre la Real y el Atlethic ha dado lugar a los excesos a los que nos tienen acostumbrados los sectores más radicales de los aficionados al fútbol. El desmadre, en Euskadi, prorroga las protestas contra las restricciones a la movilidad y los cierres, totales o parciales, de la hostelería. Allí, la Cofradía de los alborotadores y organizadores de fiestas clandestinas se denominaría de Santa Birra y Santo Txikito.

Esa actitud levantisca conecta con las movilizaciones radicales que se extendieron en los “años de plomo”. Parece que, desaparecida ETA, la kale borroka se queda. Se ha convertido en parte de la identidad cultural de la juventud vasca, que se resiste airadamente a restricciones, aunque sean temporales, que les obliguen a cambiar comportamientos gregarios. 

Ignoro si el rechazo a las normas que condicionan las costumbres ha influido en los políticos, pero está dañando la imagen de buen gestor que tiene el PNV. El País Vasco no está realizando un control de la pandemia particularmente eficaz. Algo puede influir la tradicional presencia de franceses de las comarcas vecinas de Euskadi Norte, pero tampoco son lugares con especial incidencia del virus, los que vienen al centro son de zonas más contaminadas. La Osakidetza, como la sanidad madrileña, no se está distinguiendo tampoco por un alto ritmo de vacunación contra el coronavirus, ambas figuran entre las comunidades con menos población protegida.

Este blog tiene interés en buscar relaciones entre la difusión de la pandemia y los factores que pueden influir. He pedido varias veces, la primera hace 13 meses, a la OMS que creara una base de datos normalizada sobre el comportamiento del covid 19 que sirva para estudiar esas relaciones y afinar líneas de actuación que ayuden a controlarla mejor. En esta fase de la pandemia, en España hay una correlación aparente entre el nivel de desarrollo económico y la incidencia que tiene.

Las comunidades con más contagios ahora (tasa por 100.000 habitantes en 14 días del pasado día 3) son Navarra (329), Madrid (268), Euskadi (262), las tres por encima de 250, el umbral que marca el riesgo muy alto, y Cataluña (194). Las cuatro son también las más ricas de España, en términos de PIB per cápita. Puede que sea una coincidencia, pero da que pensar. Quizá el tener más oportunidades de trabajo genera una juventud más resistente a normas que no les gustan.

No quiero terminar esta entrada, un tanto triste como siempre que se habla de la pandemia, sin felicitar a la Real Sociedad por la Copa que acaban de obtener, venciendo a sus vecinos del Atlethic. Dentro de los problemas que tienen y que los excesos anteriores y posteriores a la final tenderán a reforzar, el título es una alegría para los que tenemos mucho cariño a la preciosa ciudad que se extiende detrás de grandes playas, protegidas por el Igueldo, el Urgull y el Ulía y separadas por la desembocadura del Urumea.

¡¡Aúpa Erreala!!

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