La reciente sentencia de la Audiencia Nacional sobre la financiación ilegal de la reforma de la sede central del PP da por probado que se financió usando dinero negro de donaciones para conseguir favores, que también se empleó para pagar sobresueldos a dirigentes del partido. Se suma a la del 2018 sobre los trapicheos de la trama Gurtel. El PP, especialmente en Madrid y Valencia, tuvo una larga época 1990-2009 marcada por problemas de corrupción.

La confirmación judicial es un importante daño de imagen , aún en un país en que la absolución es muy popular. Por eso quizá, el actual Presidente del partido se muestra reticente a hablar del asunto y alega que eran otros tiempos, que son cosas que no le afectan ni a él y ni a su equipo. Una actitud fácil de entender, el perdón del electorado está al alcance de la mano, otorgado casi sin penitencia. Mejor no remover la mierda.

Pero, como aún le llegarán más sentencias de aquella época, debería tener el valor de desprenderse de los restos de todo aquello, para dar un mensaje de cambio de actitudes y no limitarse a un cambio de domicilio. Creo que sería conveniente abrir una investigación interna seria sobre lo ocurrido y estudiar los criterios de selección de directivos y los procedimientos de trabajo para evitar influencias contaminantes. Como mínimo, les servirá para identificar malas prácticas y no repetir los errores que les llevaron a una situación vergonzosa.

El problema es que los principales líderes que dirigían la organización J.M. Aznar y, en Madrid, Esperanza Aguirre, responsables últimos del desaguisado en el plano político, son parte importante del soporte público e ideológico que tienen los jóvenes líderes actuales. Deberían permanecer calladitos en sus casas y, si no lo hacen, exigírselo y desconectarlos de cualquier actividad del partido. Mientras eso no ocurra, los escándalos tocan a Pablo Casado. No puede alegar que representan otra época, mientras no se separe de los que la dirigieron. El que calla, otorga.

Algo de autocrítica seria y pública es necesaria, aunque sea sólo por pura ética. La católica capital ya ha hecho uso del santo sacramento del perdón y, dada su influencia en muchas partes de España a través de sus medios de comunicación, el olvido se extenderá poco a poco. No me quedo tranquilo de que, dadas otra vez las circunstancias adecuadas, no lo vuelvan a repetir.

Por lo menos, deberían proclamar su apoyo a la desaparición del papel moneda. La eliminación de los billetes serviría para evitar tentaciones a futuros Bárcenas, Correas, Villarejos… Si leen el libro que reproduzco abajo sabrán más de cómo funciona la energía oscura en los circuitos de la corrupción.

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