El niño, gordo, rico y mal criado va lanzado en la carrera para volver a la Casa Blanca. Su mayor rival potencial para la nominación de los republicanos, Ron DeSantis gobernador de Florida, parece que pierde fuelle, sumergido en su propia pasión por el control, incluida la república de Disney en Orlando. Trump le cogió gusto a la mansión presidencial para alternar con su finca de Mar-a-Lago y su súper ático en Nueva York. Un gran promotor inmobiliario desea ocupar también su casa en Washington, el lugar con más poder del planeta para hacer lo que le plazca.

Donald Trump combina la creciente influencia de una minoría privilegiada, que cada vez tiene más peso en la economía de un país con un enorme desequilibrio social, con un estilo fascista, que gusta a mucha gente de pocas ideas, pero fijas. Entre ellas las sectas radicales protestantes, que también apoyan la versión brasileña de este tipo de dirigente, como resaltaba en la entrada anterior. Se agrupan en ellas ciudadanos muy manipulables a través de las redes sociales, como hizo Trump en la campaña que le llevó a la Presidencia, con la ayuda de los servicios secretos rusos, que se apoyaron en la extinta compañía Cambridge Analytica, que consiguió que Facebook les cediera datos.

Afortunadamente los EEUU aún cuentan con un nivel elevado de libertad de expresión e independencia judicial y Trump  se ha pasado de vueltas demasiadas veces. Fox News, la compañía líder en noticias que le aplaude y donde colabora, ha tenido que llegar a un acuerdo, hace dos semanas, para no ir a juicio, demandada por Dominion, la empresa que fabrica máquinas para recuento de votos, a la que acusó de manipular las elecciones presidenciales del 2000. En línea con el Presidente saliente que se quejaba de que era víctima de un complot e intentó parar el resultado con movilizaciones, él mismo está sometido a la investigación de un Gran Jurado que podría procesarle por aquellos hechos. El coste del acuerdo extrajudicial para Fox News fue de 787 millones.

Unos días antes, el ex presidente tuvo que comparecer ante un juez del Supremo del Estado de Nueva York acusado por la fiscalía de ser el posible autor de una serie de delitos, a raíz de tres pagos realizados en el período electoral de 2016 para ocultar escándalos que le podían perjudicar. El más sonado fue la aventura extramatrimonial con la actriz porno Stormy Daniels. El juez decidió someterlo a juicio y dejarlo en libertad condicional hasta que éste tenga lugar.

Y el serial continúa, la escritora Jean Carroll ha declarado que Trump la violó a mediados de los 90 en unos grandes almacenes y le denuncia por insultarla para intentar acallarla. Ha dicho que es una “mentirosa”, una persona “mentalmente enferma” y presume de que ella habría confesado que “la violación es sexy”. La señora Carroll también le acusa de maltrato, acogiéndose a una nueva ley que alarga mucho los plazos para denunciar una agresión sexual. El juez ha denegado el aplazamiento de la causa y ya se está realizando la selección de jurados, cuyos nombres permanecerán en el anonimato para evitar las presiones de alguien con mucho poder.

Es difícil prever en que terminarán todos estos procesos en ciernes y alguno más que me dejo en el tintero, como el relacionado por posibles delitos fiscales de sus empresas. Las faltas y delitos hay que probarlos, el acusado cuenta con muy buenas defensas y podría llegar a ser, otra vez, Presidente del país más poderoso con 78 años (su rival Biden tendrá 82 entonces). Sería su segundo y último mandato, o sea que no tendría que disimular por miedo al impacto de sus actos en la opinión pública, ya que no podrá volver a presentarse. Prefiero no imaginarme lo que se le puede ocurrir. 

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2 comentarios

  1. Si el presente no fuese presente y por tanto evidente, sería también inimaginable o, al menos, no querriamos imaginarlo tal cual es, premonitorio de preocupantes expectativas. En el caso que expones, se trata de las de un país tan importante a nivel global como es EEUU y la cosecuente transcendencia de su devenir, a nivel global.
    Efectivamente, los designios de Trump en un potencial nuevo mandato, son inexcrutables. ¿O no? como diría Rajoy. Pero lo cierto, visto lo visto, es que tampoco la opción J. Baiden induce a un gran entusiasmo. Es más que una pena que las opciones parezcan no ser otras que las de lo malo y lo peor.
    Dejo para el final aquello por lo que comienzas. El «caso» J. Carroll. ¡ Que lástima que, sin dejarse acallar, haya tardado 30 años en denunciar la agresión que ahora declara ! . Tal vez otros varios males ya pasados y otros potenciales, podrían ser evitados .

    1. Trump y Biden son candidatos muy diferentes, el último despierta poca ilusión a muchos pero al menos tiende a respetar el marco legal. Lo de Trump es de delito reiterado, un peligro para la democracia

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