El panel especializado de expertos científicos de la ONU nos acaba de alertar sobre el avance del deshielo y la subida del nivel de los océanos, impulsados por el cambio climático, que refuezan las emisiones de CO2.

Cada día hay más evidencias del proceso. Pero sigue habiendo negacionistas. Grupos de interés y algunos científicos que, aunque no nieguen el cambio que se está produciendo y que es bastante obvio, afirman que no es producto de la acción de las personas, sino que responde a un ciclo de la vida del planeta que se viene repitiendo desde hace millones de años. Aun admitiendo lo del ciclo, parece difícil negar que todo el CO2 y otras sustancias que venimos enviando a la atmósfera y a los mares sean ajenos a sus efectos negativos.

Así están las cosas. El tema se está convirtiendo en una batalla ideológica más que técnica, porque afecta a poderosos intereses que rechazan todo lo que puede perjudicarles. En el bando negacionista, el de los jeques árabes y las petroleras, militan los que se llaman a sí mismos patriotas, los que quieren edificar el futuro volviendo al pasado: Trump, Putin, Bolsonaro…

No es mi intención en entrar en debates para los que no estoy cualificado, aunque  creo que ya hay suficiente consenso entre los expertos en el asunto. Lo que pretendo en este escrito es añadir al intercambio de argumentos un análisis que debería servir para acallar a los que se oponen a tomar medidas contra las emisiones contaminantes.

Parto de que la valoración del riesgo implícito es un factor básico para poder tomar decisiones estratégicas, porque nunca podemos estar seguros al 100% de que las previsiones que hacemos son correctas. Mis muchos años en el sector financiero me hacen sensible al tema. Antes de tomar medidas o de oponernos a ellas, sobre todo cuando se trata de asuntos vitales, debemos preguntarnos: ¿qué ocurriría si estoy equivocado, si lo que pienso no es verdad? Vamos a tratar de responder a esta decisiva cuestión para cada postura básica enfrentada sobre si hay o no hay aporte humano significativo al cambio climático.

Si se equivocan los que dicen que la contaminación es la primera causa del cambio climático y actuamos de acuerdo con lo que proponen (reducir radicalmente las emisiones nocivas), en caso de error de diagnóstico el riesgo es asumible: algunos aumentos de costes y unos cuantos sectores económicos abocados a la reconversión. Nada demasiado grave. Y seguiríamos obteniendo algunas ventajas: tendríamos menos contaminación y podríamos respirar una atmósfera más limpia.

Pero, ¿y si los equivocados son los que niegan el factor humano del cambio que presenciamos y seguimos actuando como si nada grave pasase? Si estos se equivocan y nos dedicamos a dejar alegremente que  las cosas sigan como hasta ahora, la Humanidad corre el riesgo de extinguirse. Es un riesgo que ninguna organización tomaría nunca. Mucho menos puede hacerlo la Humanidad, la madre de todas las organizaciones.

Señores negacionistas: están pidiendo que asumamos un riesgo inasumible. No nos hagan perder el tiempo y póngase a trabajar con el resto de la especie.

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