No me pude resistir a este forzado juego de letras. El Sr. Lula lo entenderá, porque brincadeira en portugués (y en gallego) significa broma. Los países BRIC (en principio Brasil, Rusia, India y China) intentan extender su tinglado y darle coherencia, tras los acuerdos de la cumbre (22-24/8) celebrada en Sudáfrica, el último Estado en incorporarse al grupo y el primero después de los fundadores. Ahora son los BRICS. La decisión más importante que tomaron fue ampliar el colectivo para aumentar su peso en el PIB y la población mundial. Consiguieron un consenso, que no era fácil, para abrir la puerta a cinco países: Argentina, Etiopía, Egipto, Arabia Saudí, Irán y Emiratos (EUA). La lista intenta equilibrar los deseos de unos y otros, y les ha quedado rara.

Brasil quiere más latinoamericanos en el grupo y, al menos, un país donde se hable español. Pero escoge a Argentina y no a Méjico con dos veces y media más población y PIB que el elegido. Lula debe ver a los mejicanos demasiado dependientes de los EEUU y alejados de ímpetus bolivarianos. Sudáfrica busca más africanos y meten a Egipto y Etiopía, pero no a Nigeria, con más población que esos dos sumados, más de tres veces que la de Sudáfrica y que, según estimaciones de la ONU, será el tercer país más poblado del mundo en 2050, por encima de los EEUU, aunque lejos de India y China. Quizá al gobierno sudafricano no le interese que entre un país del África subsahariana con más legitimación que ellos para estar en BRICS.

Tampoco Rusia apoyaría la entrada de Nigeria, que lidera la Comunidad Económica de Estados de África Occidental para restaurar la democracia en Níger, eliminada hace unas semanas por un golpe que contó con apoyo de Moscú (entrada del pasado día 19). Putin no acudió a Johannesburgo por miedo a ser detenido a causa de las acciones que promueve y conculcan el derecho internacional. Prefieren admitir a Egipto, una dictadura militar, o Etiopía, cuyo gobierno es acusado por ONGs de genocidio en la región separatista de Tigray. Además de Egipto, las diversas subespecies de autocracia islámica (militar, sacerdotal, feudal) reciben un espaldarazo con la incorporación a los BRICS de Irán, Arabia Saudí y los Emiratos (EAU).  Los tres sumados representan poco más del 50% de la población de Pakistán, que no se lleva bien con la India y no tiene petróleo. A Pakistán no lo invitan, aunque ha manifestado su interés por estar con ellos.

Los BRICS, un grupo de notables influencers de línea autocrática o populista, buscan controlar recursos minerales y el petróleo sigue siendo muy importante, aunque a Nigeria no le haya valido para que la admitieran. Habrá que ver cómo se maneja India en este lío. Su líder, Narendra Modi, pertenece a la ralea populista religiosa, pero su política exterior se apoya en unas buenas relaciones con los EEUU, que le sirven de protección frente a China.

Los BRICS ayudan a que Moscú y Pekín ganen influencia y desacrediten valores “colonialistas” como la defensa de la libertad o los derechos humanos, que consideran una agresión a sus tradiciones. Darán guerra, quizá consigan avances en la desdolarización del comercio internacional, pero les falta la cohesión necesaria para ser una referencia de lo que este planeta necesita: sistemas de organización supranacional que superen las limitaciones del estado nación, como es la UE. Son prisioneros de un pasado que pretenden reescribir, se apuntan a más nacionalismo y dan cada vez más peso a totalitarios de diversas especies.

Intentarán replicar organizaciones donde piensan que tienen poca influencia. El objetivo es marginar el G7, formado por las principales economías occidentales y Japón, aunque también mencionan al Banco Mundial, FMI y G20. donde ya están representados. Un mundo más dividido, con organismos duplicados no es práctico y no lleva a nada bueno. Estamos en verano, prefiero tomar a broma la representación teatral que montaron en Johannesburgo.

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