Cada vez es mejor recibida la posibilidad de que el dinero efectivo vaya desapareciendo. Lo percibo cuando presento el libro cuya portada reproduzco al final. El escenario interesa mucho a los jóvenes que han hecho del móvil un instrumento central de sus vidas y no emplean casi nunca billetes o monedas para pagar. Nada que ver con la displicencia con que se me escuchaba hace 15 años al difundir una primera versión de mi ensayo. Por no hablar de cuando escribí el primer artículo publicado en Europa sobre las oportunidades que se abrían en ese ámbito (Expansión 30/7/94), que pasó totalmente desapercibido.

Una economía sin billetes es un destino hacia el que caminamos. Dinamarca, Suecia, Noruega y Australia toman medidas en esa dirección. Las grandes ventajas que ello supondrá provocan siempre debates intensos cuando lo expongo en una librería, en un club o en un aula. Uno de los argumentos que se alegan para defender la pervivencia del papel moneda es que su uso nos hace más libres porque, gracias a ellos, es más difícil que alguien meta sus narices en lo que hacemos. Eso justificaría mantener alguna forma de dinero opaco. Aunque, como razona mi ensayo, hay sistemas legales y técnicos para asegurar la confidencialidad de los pagos sin necesidad de recurrir a tecnologías del pasado.

Otra cosa es la libertad que los billetes otorgan a los que viven al margen de la ley para evadir impuestos o delinquir. Para ellos los billetes sí que son imprescindibles. La libertad de los delincuentes va contra la de los ciudadanos honrados. Los que, por ejemplo, habitan barrios donde hay centros de distribución de drogas o los que son atracados por los que buscan efectivo o algo para cambiar por él. Están especialmente afectados por los billetes los que viven en empleos mal pagados de la economía informal como mano de obra barata o cuidadores de bajo coste, sin olvidar a las atrapadas en redes de prostitución.

Un mundo sin billetes será, además de más justo y seguro, mucho más eficiente, pues el efectivo es el sistema de pago más caro con diferencia. El debilitamiento de la economía sumergida y la criminalidad permitirá también al Estado recaudar mejor y gastar menos. Menos impuestos, menos aparato burocrático y represor favorecen sociedades más libres (entradas del día 2/5 y 30/7).

Un buen sistema de pagos requiere confianza del usuario y seguridad para mover información de base contable. Hoy están ya disponibles sin recurrir a papeles. Es la primera vez en la historia en que podemos hacer que los pagos sean trazables, manteniendo garantías de confidencialidad. Tenemos al alcance una sociedad sin tráfico ilegal relevante de personas, drogas y armas; con mucho menos terrorismo y corrupción; sin casi delitos contra la propiedad, incluidos los que se realizan en internet que casi siempre se materializan sacando dinero de una cuenta instrumental que luego se cancela; con más servicios y menos impuestos; con transacciones más eficientes.

Seremos más libres sin billetes. No se dejen engañar por cantos de sirena de los que dicen que son imprescindibles, lo serán para ellos. Aún tienen mucho poder, incluidos los políticos corruptos, los que viven de generar servicios para gestionar la ineficiencia del efectivo y la inseguridad que provoca, las diversas mafias que nos acechan y los poderosos bancos centrales. Para estos últimos emitir papel moneda es un gran negocio. Sólo así se explica que el disparo del uso de móviles y tarjetas para pagar no haya frenado la producción de billetes, que sigue aumentando impulsada por las denominaciones más altas, las que no usan los ciudadanos honrados. 

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2 comentarios

  1. Claro que hay resistencias ¡ y muy interesadas ! en que el efectivo pueda seguir siendo el protagonista, para posibilitar la opacidad de no pocas transacciones, p.e., con carácter enunciativo y no exclusivo, citar, ahora que se nos plantean retos de la mayor importancia: ¿Qué pasaría en Cataluña con la famosa trama del 3% ? .¿Se evitarían los recurrentes viajes a Andorra de «honorables» visitantes, o sus edecanes, al Principado?. ¿Cómo se financiaría el amparo y mantenimiento de distintas actividades delictivas dificilmente ignorables?…
    La reducción de las penas e indultos, nada menos que de malversación, o amnistías no descartables para los casos más graves, a la vista de la «generosidad» que el progreso nos ofrece, hace menos peligrosa para los distintos tipos de delincuentes la trasparencia o no de sus desmanes y consecuentemente resta importancia a que la trazabilidad de los cobros y pagos asociados a los mismos pueda ser conocida y probada, confiando en sus altas posibilidades de impunidad. Muestras de esa mezcla desvergüenza, más que ignorancia, aunque también, son los no pocos casos en que los medios de pago alternativos (transparentes) al efectivo, han sido utilizados para actividades absolutamente reprobables.
    Es muy difícil avanzar, aunque todo se andará, en el logro de los importantes objetivos que propones, respecto a cuya implementación ordenada has dedicado interesante y pormenorizada atención en distintas ocasiones. No hay que perder la esperanza.

    1. Pues sí, el efectivo resulta útil a muchos que tienen que tomar decisiones y les encanta a los bancos centrales que intentan seguir en el ajo de la emisión en un medio de pago (no de dinero que seguirían controlando) y juguetean con la idea de emitir moneda digital. ¿No es ya digital la que está en los ordenadores delos bancos y usamos cada vez más?

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