La última semana de setiembre registró la noticia del desmantelamiento de la mayor red europea de tráfico de cocaína, sobre la que se había ido cerrando el cerco policial desde hacía tres años.  Fue fruto de una operación internacional, de nombre Musala, coordinada por Europol y realizada por nuestra Policía Nacional, junto a las de Serbia, Croacia y Eslovenia. El resultado fue la detención de 61 delincuentes, y la incautación de 4 toneladas de droga y 6 millones en efectivo. Este último punto no mereció ser resaltado en titular, pero es muy relevante para saber cómo operaba la organización.

Al presentar este éxito de la colaboración policial que fomenta la UE, el representante de la Unidad de Drogas de Europol aprovechaba para recordarnos que el tráfico de estupefacientes sigue siendo el mayor negocio delictivo en Europa, por la cantidad de delincuentes que ocupa y los beneficios que genera. Hay mucha demanda y organizaciones dispuestas a entrar en el negocio, por lo que me temo que la acción policial, aunque siempre puede coordinarse mejor y dotarse de más medios, no va a mejorar demasiado la situación. Es preciso abordar también otras políticas, como la de reducir el tamaño del mercado clandestino de la droga, permitiendo el consumo legal de las menos dañinas.

Pero la vía más eficiente para terminar con este gravísimo problema y algunos otros, sería programar la desaparición del dinero efectivo. Es la primera vez que podemos hacer que la forma de dinero más popular desde la invención de la imprenta, se retire del escenario y de paso a soluciones técnicas más actuales. El período de transición hacia esa sociedad sin papel moneda, en el que ya está embarcado Dinamarca, permitiría ir resolviendo algunos de los problemas potenciales del cambio.

Todo ello se discute en el libro que ya está disponible y empezaré a presentar en las próximas semanas (La Energía Oscura del Dinero 2.1). El Banco Central Europeo manifiesta poco interés en ir eliminando los billetes, aplicando las nuevas soluciones técnicas disponibles, porque es un buen negocio para él. Los Estados asociados al euro deberían imponérselo, pues se trata de un sistema de pago cuya función principal ahora es facilitar la existencia a corruptos, terroristas, traficantes (también de personas) y evasores fiscales. Las cuentas públicas de los países europeos están muy presionadas por los recursos para paliar la pandemia y temas más permanentes como el gasto en pensiones y la transición energética. Por ello demandan una medida que facilitaría un rápido aumento de los ingresos fiscales y la reducción del gasto.

Las noticias de prensa también nos recuerdan la existencia de la imprescindible red de distribución local de la droga, como ese conductor detenido el pasado día 2 cerca de Coruña, que debía estar finalizando su reparto cuando le detuvo la policía en un control. Llevaba en el coche 10.600 euros en efectivo y 102 gramos de hachís.

Europol debería presionar al BCE para que deje de proteger los negocios ilegales. Aunque quizá tampoco esté interesada en que se inicie un proceso de retirada del papel moneda, que, una vez concluido, supondría, como explico en el libro, la desaparición de la mitad de los efectivos policiales. Ambos son aparatos burocráticos que no quieren perder trabajo e influencia, la decisión está en otro nivel y es conveniente que la sociedad vaya concienciándose y empiece a presionar a sus políticos.   

   

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