Tras superarse el bienio de la pandemia, 2020-2021, el 2022 fue el año de Ucrania y el 2023 el de Gaza. El covid 19 sigue afectando, aunque en menor medida, la esperanza y la calidad de vida de muchas personas. Los dos conflictos bélicos, que siguieron al sanitario, echan raíces en la Historia y son prueba de los problemas que atraviesan las formas básicas de organización humana, base del libro que inspira mis reflexiones.

Como ya he comentado en otras ocasiones, Rusia es un viejo imperio terrestre que no acepta sus fronteras. Pelear para extenderlas ayuda a hinchar el orgullo patriótico, proceso al que gustan recurrir líderes autoritarios para perpetuarse. Es lo que hace Vladimir Putin, que será reelegido mandamás en 2024. Por ahí va también Nicolás Maduro, enfrentado a una creciente oposición interna, al amenazar con anexionarse la región fronteriza de Esequibo, rica en gas y petróleo, que representa casi tres cuartas partes del territorio de su vecina Guyana.  Una vieja y olvidada reivindicación de Venezuela zanjada en 1899 mediante un arbitraje.

El conflicto de Ucrania se ha estabilizado, lo que beneficia el interés de Rusia por anexionarse parte del territorio que ocupa ilegalmente, mediante un futuro tratado de paz con una Ucrania agotada, que ve que su causa pierde interés para Occidente, especialmente para los EEUU muy involucrados en lo que ocurre en Gaza. La nueva KGB de Putin se afanará en volver a ayudar, a través de las redes sociales, a su coleguilla Donald Trump a ganar las presidenciales del 24, como ya hizo hace ocho años. Si este personaje vuelve a la Casa Blanca, Ucrania se encontrará en una situación muy difícil.

Terminada la Segunda Guerra Mundial y el genocidio que los nazis realizaron sobre los judíos, Israel es constituyó en Estado sobre parte del espacio ocupado antiguamente por el pueblo judío, cuya diáspora comenzó en el año 135 DC, empujada por una Roma cansada de su actitud levantisca. La lectura de “Memorias de Adriano” de Margarite Yourcenar o el visionado de “La Vida de Brian” de los Monty Python, dos grandes obras de estilos diferentes, ayudan a entender aquel contexto histórico. La decisión tensionó más una zona que ya tenía tradición de enfrentamientos, reforzando su lado étnico y religioso.

La Guerra de Gaza es un nuevo capítulo de una larga serie de conflictos de distinta intensidad en esa región. Su origen fue un gravísimo atentado terrorista contra personas desarmadas, incluidos menores, que despertó los afanes más expansionistas de Israel, dirigida por un gobierno de derechas aliadas con ultraortodoxos. La devastadora invasión de Gaza por el ejército judío provoca terribles daños a la población civil, que pueden ser considerados crímenes contra la Humanidad. Israel Intenta situar bajo su control toda la franja donde Hamás echa raíces, desgastando la capacidad de autogobierno palestina, en paralelo con la progresiva ocupación de Cisjordania mediante la expansión de asentamientos de colonos hebreos.

Las huellas de la guerra de Gaza afectarán a la economía internacional durante el 2024, principalmente por el siempre delicado abastecimiento de petróleo. No sólo están involucrados los grandes productores árabes, que tienden a usar el petróleo  como arma de presión, también la piratería somalí y los ataques de milicias de los Huthis yemeníes en el Mar Rojo están llevando al cierre de la ruta marítima que parte del Canal de Suez y evita rodear África al tráfico entre Europa y Asia. Lo que encarecerá el trasporte y debilitará el comercio internacional, ya afectado por otros procesos, como las sanciones occidentales a China y Rusia.

Son problemas que nos seguirán afectando los próximos años y reflejan la carencia de instituciones internacionales con capacidad de imponer algo de orden. Los acuerdos mínimos logrados en la cumbre del COP 28 sobre cambio climático representan un cierto avance en ese ámbito, al reconocer que es necesario eliminar el consumo de productos energéticos generadores de CO2, aunque no se pongan plazos a ello. La Humanidad, cada vez está más apretada en todos los sentidos, necesita más mecanismos de gestión común, mientras observamos con temor el creciente patriotismo populista que se agarra a la soberanía nacional para prosperar. El 2024 también traerá sorpresas, esperemos que no tan peligrosas como las de años anteriores.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *