Ha sido un año terrible el veinte-veinte, la pandemia se ha llevado por delante a millones de personas y ha dejado a muchos más sin trabajo o con secuelas graves. La Humanidad se ha visto obligada a enfrentarse a su vulnerabilidad biológica. Es de desear que sepamos aprovechar el daño para ser más conscientes de que dependemos todos de todos, de que habitamos un espacio que es preciso cuidar, de que hay que dar más importancia a la ciencia y menos al consumo, de que nadie está al margen de los problemas que provocamos como especie dominante de un planeta privilegiado.

Lo ocurrido se continuará sintiendo en el 2021. La disponibilidad de vacunas abre la puerta a controlar la expansión de un virus que evoluciona con rapidez y, si las esperanzas se confirman, la segunda mitad del nuevo año registrará una recuperación firme de la convivencia y la economía.

España ha sido muy afectada por el covid 19. Se reaccionó tarde y mal, lo que se tradujo en demasiada pérdida de vidas y de salud en general. El impacto económico es muy grave y ha puesto en relieve nuestras flaquezas, la principal es la excesiva dependencia de sectores con empleo volátil, como el turismo y la construcción. El reto es conseguir cambiar eso, no es fácil porque toca sistemas de poder arraigados y ventajas competitivas, como en el turismo, que no se pueden perder.

Lo hemos ido comentando en diversas entradas agrupadas dentro de la categoría “ideas para Nadia”. Para disponer de empresas más competitivas, debemos apostar por la investigación y combatir la morosidad, obligando a pagar dentro de los plazos legales. Hace falta mejorar la eficiencia de lo público, sin descuidar prestaciones esenciales como la sanidad, que se ha puesto muy en relieve ahora, y la educación. Ambos son servicios imprescindibles para promover la igualdad y aprovechar mejor la capacidad de todas las personas, el principal activo de cualquier país.

La mayor dificultad a la que nos enfrentamos es reducir el enfrentamiento político que se ha ido agravando este año, por la pandemia y, también, por escándalos que afectaron a la monarquía. Deberíamos poder abordar cambios, incluso profundos, sin amenazas de violencias y rupturas.

Se echa de menos el debate sosegado. La Transición terminó hace 40 años, había nacido en un marco complicado para el arraigo de las libertades y quizá sea momento de afinar su legado . Como analizo en el libro, las democracias modernas tienen muchas dificultades para transformarse, aunque arrastren problemas graves. Las tensiones que genera la globalización sobre la soberanía de los Estados, resaltadas por movimientos populistas, están en la raíz de miedos que los atenazan.

Menos mal que Trump perdió las elecciones y que estamos en la Unión Europea, que nos ayuda a superar problemas económicos muy graves y asegura que no nos volveremos a precipitar en abismos a los que tuvimos demasiada afición en otros tiempos. Cuidar de Europa, reforzarla y apoyarse más en ella nos atañe a todos, especialmente ahora que llega el Brexit en medio de la crisis.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *