Un país de gran tradición machista ha elegido a una mujer para ocupar un cargo que concentra muchísimo poder, por las funciones que le asigna una constitución presidencialista, por la mayoría con que va a contar en las cámaras y por los muchos gobiernos estatales y de municipios que están en manos de su partido, Morena. Estos días pasados, los medios de comunicación han canalizado suficiente información y valoraciones sobre los importantes retos (violencia, pobreza, emigración…) a los que se enfrenta Claudia Sheinbaum, por lo que no me voy a extender sobre ellos.
Este blog sobre la libertad tiene interés especial por los acumuladores de poder. Entre ellos destaca todo lo relacionado con el control de fuentes energéticas y, dentro de ellas, la producción de petróleo, que tiende a dar problemas. Pensemos en los jeques árabes, los ayatolas iraníes, Nicolás Maduro o, dentro de un país democrático, la influencia de una pujante Tejas en las políticas más conservadoras de los EEUU, incluida la venta libre de armas. En el centro de la producción de energía en Méjico está la compañía petrolera estatal (Pemex). Su proximidad al gobierno es, junto al tráfico de drogas, fuente de la corrupción política, otro gran problema del país que el presidente saliente no mejoró. Resulta bastante escandaloso que, en el soleado Méjico, la participación de la energía solar en el abastecimiento energético total haya bajado del 4,1% en 2021 al 3,8% en el 2022, último dato conocido. Chile, por ejemplo, está en el 17,3% y subiendo.
La señora Sheinbaum ha demostrado que es una buena gestora y una política con experiencia, que ha sido alcaldesa de la capital. Su profesión es la ingeniería especializada en medio ambiente y formó parte del equipo científico que ganó un Premio Nobel en 2007 por un trabajo sobre el cambio climático. Su programa incluye el objetivo de dedicar el equivalente al 1% del PIB del país a la generación de energías limpias. Estaré pendiente, me parece un buen medidor de la eficacia de su gestión y de su capacidad de alejarse de la herencia de su predecesor, el popular-populista López Obrador.
Su principal rival en estas elecciones, al frente de una coalición de partidos conservadores, fue otra mujer de mérito, Xochiti Gálvez. De origen indígena, consiguió graduarse como ingeniera de computación, trabajando para pagarse la carrera, y luego fue empresaria de éxito. Ignoro si Gálvez mantendrá peso en la oposición y si esa oposición tendrá capacidad de importunar a un gobierno que tiene mayoría en las cámaras contando con algún partido aliado, pero sería bueno para el país que los programas destinados a paliar sus grandes problemas tengan amplio consenso detrás.
En esa línea, Sheinbaum y Gálvez tienen experiencia en el ámbito de las nuevas energías que deben impulsar un cambio de rumbo en Méjico, para limpiar tanto el aire que respiran como la suciedad de las mordidas. Hemos hablado de la experiencia de la nueva presidenta en la materia, su contendiente también tiene alguna, pues su formación incluía una especialización en sostenibilidad y su empresa se dedicó al desarrollo de proyectos de alta tecnología en temas de ahorro energético, entre otros.
El nuevo contexto político mejicano, con mucho peso de mujeres bien preparadas, debe ser un punto de partida para que el país adquiera hábitos más adecuados a sus grandes posibilidades. El salto en la relevancia del género femenino es una muestra de modernidad, como que Colombia haya prohibido recientemente las corridas de toros. En Méjico aún están lejos de ello. Pero nunca se sabe, porque empiezan a tener oposición popular y el aire machista del espectáculo puede ayudar a que las “jefas” se decidan a hacer algo. Las mujeres traen vida y en Méjico, como en Colombia, hay demasiada muerte.
El titular de la entrada podría haber sido escrito antes de las elecciones, pues es válido fuese cual fuese el resultado, de tal modo que la llegada de la Sra. Sheinbaum, en su condición de mujer, no añade valor a la esperanza, pues no sería menor si la elección hubiese recaído en la Sra. Gálvez, cuyas «credenciales» no desmerecen respecto a las que fue su opositora, segůn tu mismo indicas.
La esperanza, empero, se ve seriamente mermada por el «pecado original» de Doña Claudia. Ha emergido y medrado politicamente al amparo y a imagen y semejanza de su mentor (AMLO) cuya ejecutoria, por más que su partido (MORENA) haya sido revalidado en las urnas, deja mucho que desear en todos los ordenes y parece ser (es lo que dice la nueva Presidente) se dispone a seguir un tortuoso camino que, de no ser expeditivamente enmendado, haría que la esperanza se torne en grave preocupación.
He visitado México con denimiento en varias oocasiones, mantengo allí numerosos amigos y familiares y, en definitiva, tengo una gran simpatía y cariño por el país hermano al que me vengo refiriendo, por lo que deseo con tanta intensidad que el mandado de Doña Claudia obtenga los mejores resultados para México y los mexicanos, como son las dudas de que pueda lograrlo si sigue por el camino que le ha mostrado su antecesor y parece que ella se dispone a seguir.
Tienes razón en pensar que el sistema, AMRO, puede bloquear a la Sra. Steinbaum, pero espero que, una vez en un puesto que acumula mucho poder, sea capaz de ejercerlo e ir actuando con autonomía. Me he centrado en el caso concreto de PEMEX que es uno de los centros que irradian corrupción, uno de los graves problemas del país. Claudia va a apostar por las energías limpias, tema que conoce bien y que es urgente. También su reciente rival electoral, Xochiti Gálvez, sabe de la importancia de las energías limpias. Los problemas de Méjico son muy graves y no se solucionarán en pocos años, pero prefiero pensar en positivo. La nueva situación de las fuerzas políticas, con más poder para las mujeres, debe permitir dar pasos en la buena dirección.