El Presidente de los EEUU sigue con sus exhibiciones, con su visión populista y afición al pelotazo, negociando solares o favores a cambio de algo. Su orientación autoritaria socaba las bases democráticas, con especial atención a combatir la libertad intelectual, sobre todo si ésta critica los excesos del gobierno de Israel (*). De su segunda faceta vienen las amenazas para conseguir posiciones de negociación ventajosas.
Trump está influido por un grupo elitista, que se reúne en Mar A Lago, del que recluta ideas y ejecutivos, como su Secretario de Estado, Marco Rubio ex gobernador de Florida, o Elon Musk que seguirá influyendo, aún después de salir corriendo de la Casa Blanca por las pérdidas en sus negocios. La hiperactividad presidencial se refuerza por las ganas de actuar pronto, ya que no podrá ser reelegido. Lo mismo se mete con la más prestigiosa universidad del mundo, que organiza una reunión para vender sus criptomonedas, activo de inversión volátil del que se ha hecho comerciante, como su amigo Milei en Argentina. Una legislación amigable y las ayudas de los ricos, generan ahora criptocracias. En el gráfico se aprecia el gran peso (1.900 millones de dólares) que la cripto ($ Trump) tiene en el conjunto de sus recursos . Mientras, la economía del país se deteriora, también a largo plazo por su empeño en expulsar extranjeros, aunque sean estudiantes destacados. El medio ambiente sufre por su tolerancia con el petróleo, tendrán tornados más desbastadores.

En el plano internacional, el principal beneficiado de la regresión de la primera potencia es el líder de la segunda. Xi Ying Pin actúa de forma opuesta a Trump. No permite elecciones y está convencido de que va a seguir en su puesto el resto de su vida, tiene visión a largo. Su gobierno apuesta por la economía de mercado, pero el Estado totalitario se sigue metiendo en todo lo que considera importante. Está bien abastecido de minerales raros, que condicionan la producción de chips o baterías, pero la economía sufre de tanta intervención, de las resistencias a suprimir actividades poco rentables y de burbujas inmobiliarias que les cuesta combatir. China crece menos que en tiempos anteriores y su xenófoba población se contrae, como la rusa.
Aún así, el mandamás chino se apoya en el control de materias primas estratégicas, las ayudas a países en vías de desarrollo y su importante posición en nuevas tecnologías. Por ejemplo, han desarrollado su propio sistema de posicionamiento global (Bei Dou) mucho más resistente que el extendido GPS. Ahora, aprovecha el conflicto de Ucrania para manejar a Putin y ayudarle a debilitar los países europeos que asisten al invadido. A pesar de los cariños que se tienen Donald y Vladimir, éste no va a parar hasta dominar toda Ucrania (entrada de este blog, del pasado 21/3: Someter a Putin). Putin seguirá agrediendo mientras Xi se lo permita, lo tiene cogido por sus partes, depende de que el gran vecino le siga comprando materias primas, sobre todo, petróleo. En este segundo gráfico, de la misma fuente (The Economist), se ve la enorme dependencia rusa del comercio con China.

Trump no ha conseguido doblegar al gobierno chino con amenazas de subir aranceles. Putin se le pone al teléfono y hablan, le da bola a sus propuestas de alto el fuego, pero sigue a lo suyo. La agresión expansionista le ha convertido en un peón de Xi para debilitar las democracias y ayudarle a conducir la política internacional hacia donde le convenga. El jerarca chino y su peón ruso tienen más poder gracias a Trump. El mundo se alinea contra las libertades y los derechos humanos, la fuerza de sus enemigos sigue en aumento. Desde el domingo cuentan también con el recién elegido Presidente de Polonia, neofascista de libro.
(*) “La libertad de expresión es el soporte de todas las libertades, por eso es la primera que recibe ataques, más o menos sutiles, cuando se quiere combatir la democracia o ponerla al servicio de un grupo o una ideología” (La libertad en el siglo XXI, pg. 104).