Se ha visto en el festival montado por TVE en Benidorm para seleccionar la canción que nos representará en Eurovisión. Ganaron con claridad en el voto popular, tanto de los que presenciaron su actuación en directo como entre los emitidos por internet. Eran las mejores, las más originales, apegadas a esa Terra, como titularon su canción. El jurado tenía votos para cambiar el resultado y lo hizo, ya había intentado eliminarlas en semifinales para que colara mejor, pero no cargó bastante la mano y se vio sorprendido por los votos del público. El sábado estaba advertido y las aplastó por la determinación de sus miembros españoles. Los dos expertos extranjeros que formaban parte de él también se inclinaron por las gallegas.

Ganó SloMo, la propuesta de Chanel (45 votos populares) gracias a los “expertos” en evitar digestiones políticas complicadas, quizá también consideraron que el espectáculo de las gallegas era “vulgar”, un prejuicio extendido sobre la cultura galaica. Las propuestas favoritas de los ciudadanos ocuparon los dos siguientes lugares: Rigoberta Bandini, con Ay Mamá (46 votos populares), reivindicaba las tetas de las mujeres y se olvidaba de una hache inicial y Tanxugueiras, con Terra, ponían en valor una milenaria cultura popular que no es el flamenco ni la jota. Las gallegas obtuvieron el máximo apoyo posible del pueblo español, 60 votos. Se situaron en la estratosfera, muy lejos de las demás.

El tinglado de TVE no está para experimentos. Es coincidencia, el día del espectáculo de Benidorm, leí una entrevista al presidente de la Corporación de RTVE, J. M. Pérez Tornero, en una revista gallega en la que presume, entre cosas, de la mayor autonomía de la que disfrutan, de que van a potenciar los “olvidados” centros territoriales y la cultura. También indica que están reflexionando, hablando con expertos y estudiando situaciones de otros países para afinar cuál es la estrategia más adecuada para unos medios de comunicación públicos. Lo ocurrido en Benidorm no alienta a pensar que esos medios que pagamos entre todos sean capaces de asimilar la realidad de una España plural con más peso de ideas feministas o de culturas periféricas, que es lo que les piden los telespectadores con su voto. Necesitan menos expertos de lo “correcto” y más de lo que desea la gente.

Como un guiño para protegerse del tsunami Tanxugueiras que anegó Benidorm, el presentador comentó que Bélgica llegó a seleccionar una canción en idioma imaginario, le faltó añadir que las presenta normalmente en holandés o francés, sus dos idiomas oficiales. Nosotros debemos ser monolingües. Pero no, el gallego, un idioma más antiguo que el castellano, permite comunicarnos con los 300 millones de personas que hablan portugués. Volvemos a tener una representante estándar que no llegará lejos, aunque tendrá muchísimo apoyo oficial después de la cacicada que la impulsó. España ha perdido la oportunidad de presentar una canción mejor y de tener más posibilidades de ganar Eurovisión con el casi seguro voto de Portugal, tentado por las reminiscencias de Terra. Ningún otro país europeo habla español, pero sí gallego.

Este blog tiene especial interés en analizar las dinámicas de fondo que traslucen noticias que luego se olvidan. Debemos agradecer a Tanxugueiras que nos recuerden que la España uniforme, en defensa de intereses radiales, tiene mucho de falso. España viene de Hispania, el nombre que dieron los romanos a la península. Galicia es la única comunidad que mantiene un nombre de aquellos tiempos. Hispania y Gallaecia están ahora incompletas porque se escapó Portugal. Los gallegos somos cada vez más conscientes de ello, la revista a la que hice referencia antes, Tempos Novos, en su número de enero, además de entrevistar al presidente de RTVE, incluye, por primera vez, un artículo en portugués y una entrevista a una portuguesa, catedrática de una universidad inglesa y experta en patrimonio cultural, con las preguntas en gallego y las respuestas en el idioma hermano

A la España oficial, no al pueblo español como se ha visto, le cuesta asumir la diversidad, está aún muy apegada a lo castellano, especialmente al idioma. En el seno de un mundo cada vez más interconectado, debería poder apoyarse, con naturalidad, en la cultura que comparte bases comunes con ese Portugal tan próximo y tan olvidado que hasta se borra de los mapas. Lamentablemente, que una nacionalidad histórica tenga una lengua propia, compatible con la de otro Estado europeo y con proyección mundial, es indigerible para los doctorados en la universidad de lo simple que influyen mucho en nuestra política.

Lo ocurrido en Benidorm abre la puerta a la esperanza, demuestra que los españoles están más avanzados y entienden mejor la sociedad del siglo XXI que una casta dirigente demasiado alejada de los mares abiertos. Ha sido el paso más importante de los últimos años para recuperar la fe de los gallegos en la fuerza de su cultura, la de tres mujeres con raíces profundas.

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