Un riesgo importante para la supervivencia de la especie es el afán expansionista del Estado ruso, que añora su gran influencia sobre Europa oriental, perdida cuando colapsó la URSS, nombre que le daban a la versión pos revolucionaria del imperio de los zares. Nunca habían llegado tan lejos, incluso la parte oriental de Alemania estaba sometida a las órdenes de Moscú. Las fronteras posteriores a la desaparición del imperio son inexistentes para sus ambiciones de recuperarlo, por eso se pasan por el arco del triunfo el derecho internacional y ocupan cada vez más territorio de Ucrania. No pararán la guerra hasta que les den un buen trozo, como ya pasó con Crimea. Mientras tanto, secuestran niños en las zonas ocupadas para mandarlos a la madre patria, encogida por la fuerte caída de la población y deseosa de corregirla con infantes de la misma raza. Son muy xenófobos.
Este blog, en línea con el libro que lo inspira, analiza las raíces históricas del comportamiento de los estados nación expansionistas. Ya mi primer ensayo (1999) separaba lo ocurrido con los imperios europeos marítimos y terrestres. El desgaste de los primeros empieza en América, cuando aún se expandían en otras partes del mundo. Los EEUU iniciaron su guerra de independencia en 1776, 200 años después, tras la caída de la dictadura portuguesa, se liberan las últimas colonias europeas relevantes en otros continentes. La desaparición de los imperios marítimos no creó problemas graves en el interior de Europa.
Los imperios terrestres fueron construidos por potencias europeas sin buen acceso a los océanos. Absorbieron vecinos, dando lugar a poblaciones mezcladas y fronteras difusas. La desaparición de los imperios turco, austrohúngaro y alemán fueron causa de gravísimos conflictos armados en Europa y zonas próximas, desde finales del XIX a mediados del XX.
La caída del imperio soviético fue sentida por el pueblo ruso como una derrota. Tras una transición difícil, Putin les ha vuelto a dar confianza. Un líder nacionalista de perfil autoritario que quiere volver a expansionar Rusia en territorios próximos que cuentan con minorías eslavas. No parará hasta que sea derrotado. Si fallece o se incapacita le sustituirá Dimitri Medvedev, Serguei Lavrov o cualquier otro reaccionario expansionista y volverán a las andadas. Es mala idea dejarles que se vayan apoderando de territorios vecinos, hay que frenarles y humillarles obligándoles a devolver lo que se apropiaron.
Europa debe apoyar la defensa de Ucrania, pero ahora no se puede derrotar militarmente a una potencia con mucho armamento nuclear, arriesgamos la supervivencia de la vida en el planeta. Hay que hacerlo por medios diplomáticos y económicos: aislamiento, sanciones, boicot comercial extensible a los que la apoyen… Rusia depende mucho de la exportación de materias primas, que algunos países no pueden resistirse a comprar cuando hay rebajas, pero, al mismo tiempo, está en decadencia con fuerte pérdida de población y escaso desarrollo de industrias avanzadas con capacidad de competir a nivel internacional. Es posible derrotarla pacíficamente, ahogándola, si los principales países y la UE se ponen de acuerdo en aislarla mientras no frene y devuelva lo anexionado.
Pero, como expuse en la entrada anterior, los grandes estados nación se entienden entre ellos, incluidos los EEUU de Trump. Son cada vez más autoritarios y quieren repartirse el mundo de acuerdo con sus intereses. Rusia es el último imperio terrestre europeo con afanes de anexionar vecinos. El último capítulo (Más allá del estado nación) de mi ensayo y la entrada del pasado día 15 advertían: para equilibrar la balanza del poder internacional necesitamos construir nuevas estructuras políticas mediante agrupaciones regionales de países, empezando por reforzar la UE, o nos enfrentaremos a situaciones cada vez más peligrosas. Por desgracia, en eso estamos.