Hace unas semanas (China tiene un grano en el culo, 02-12-19), me refería a las movilizaciones en Hong Kong en defensa de las libertades democráticas, a la represión ejercida allí y a las conexiones que todo ello tenía con Taiwán. Advertía que la actitud de Pekín en la excolonia británica probaba que la política de integración que ofrecieron a ambos en su día “un país dos sistemas” era pura propaganda.
No se lo creen ni ellos. En el fondo, ellos menos que nadie. Como era previsible y se comentaba aquí, los taiwaneses han tomado buena nota de lo que ocurre en Hong Kong y en las elecciones presidenciales del sábado han aumentado su apoyo a la actual presidenta Tsai Ing-wen, que lidera el Partido Demócrata Progresista, partidario de la independencia de la isla.
En el libro hay referencias a la mentira interesada del Partido Comunista chino al tratar de vender al mundo que su sistema es parte de la cultura tradicional china. Se apuntan con entusiasmo a la línea de los Estados civilización, una derivada de la teoría del choque de las civilizaciones de Huntington (1996), que ha cobrado actualidad y parece servirles de legitimación moral a lo que tienen: una dura dictadura de partido único.
Mal que les pese a los jerarcas comunistas, a la gente acostumbrada a vivir en democracia, incluidos los chinos, no le van las dictaduras. El apoyo a las libertades civiles es fuerte en Taiwan, especialmente entre los más jóvenes, entre los más conectados con el resto del mundo. Formosa, como bautizaron a la isla los portugueses en 1582, es un grano exterior en la nariz de China, que, como el de Hong Kong, supura independencia y ganas de disfrutar de la libertad que sólo podrán arrebatarles por la fuerza.
Seguro que el PC Chino está muy tentado de recurrir al ejército . Pero actuar en esa línea les crearía problemas internacionales y también interiores, pues podría aumentar la resistencia a la autocracia de sus estudiantes y crecientes clases medias.