Pocas advocaciones le vienen tan bien a Donald Trump. En este blog ya hemos hablado, primero (09/10), sobre los kurdos caídos en la ofensiva turca después de que Trump los abandonara a su suerte, tras haberlos utilizado cuanto quiso, y, segundo (13/01), sobre los cientos de muertos provocados por la sumaria ejecución, ordenada por él, del general iraní Suleimani, incluido el derribo por error de un avión civil.

Sabemos que en EEUU mueren cada año casi 35.000 personas por arma de fuego. No parece tener la intención de ayudar a que disminuya su número, sus amigos de la Asociación Nacional del Rifle se sienten cómodos y apoyan su reelección.

Anteayer murieron otros tres palestinos a manos del ejército israelí. Habrá más cadáveres, palestinos por supuesto, como consecuencia de protestas contra el “Plan de Paz” que acaba de presentar el Sr Trump con el aplauso del ala más sionista de Israel, la de su primer ministro en funciones, Benjamin Netanyahu, que le acompañó en la presentación y que está sometido a investigación por corrupción.

Un plan que pretende legalizar todo lo que los judíos se han ido anexionando en las últimas décadas a cambio de dar algo de dinero a los palestinos. Seguirán haciendo lo mismo: ampliar asentamientos e intentar legalizarlos cada diez o quince años. El lobby judío también cuenta para las elecciones americanas.

Ahora que la oposición española emplea sus gobiernos en ciudades y autonomías para hacer política exterior, la Junta de Andalucía haría bien en invitar al todopoderoso mandatario a la procesión/desfile del Cristo de Mena, en Málaga, el próximo Jueves Santo. Seguro que se sentirá emocionado. Siempre hay patriotas que aprovechan para cantar con entusiasmo lo del novio de la muerte en ese señalado momento, mientras los legionarios pasean marcialmente la imagen. Como hizo hace un par de años el Ministro del Gobierno de Rajoy, Méndez de Vigo.

Ocupaba entonces el Ministerio de Cultura y quizá quería rememorar el dinamizador papel que jugó en ese ámbito el General Millán Astray, fundador de la Legión, que adoptó la canción de marras como himno oficioso de la Unidad, pidiendo que se cambiará el ritmo musical original. Así, lo que fue un cuplé pasó a marcha militar. En ella debía pensar este general cuando le soltó a Miguel de Unamuno en Salamanca, poco después del golpe del 36, aquello de “muera la inteligencia y viva la muerte”.

En mi libro se explica la relación entre los que ponen barreras al comercio y muros a las personas y el aumento del gasto militar y de los muertos. Ha ocurrido otras veces y vuelve a ocurrir.

No espero que Trump se pasee por Málaga este abril, está disfrutando en casa de la popularidad que le proporciona su nacionalismo de niño rico, gordo y mal criado. A lo que ayuda una oposición desesperada que tiende a desunirse. Pero, desde aquí, le recordamos a los Trump, Netanyahu y novios de la muerte en general lo que le contestó Unamuno a Millán Astray: “ganareis, pero no convenceréis”. Por eso desapareceréis, aunque sea una gran pena la mucha gente que morirá antes innecesariamente.

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