China, el líder de los amantes del totalitarismo como sistema de gobierno se ha vuelto muy activa. Ha asumido un papel de apaciguador entre regímenes dictatoriales, poniendo en relieve lo que les une: la autocracia y el rechazo al colonialismo occidental (se refieren a la democracia y el respeto a los derechos humanos). Hace diez días, logró que dos Estados de este grupo, Iran y Arabia Saudí, firmaran un acuerdo para olvidar sus enfrentamientos de base religiosa. Así se pueden concentrar en lo que todos los sátrapas gustan: perseguir las libertades, especialmente las de las mujeres.

China continua el tono aparentemente pacifista de su política exterior con una propuesta de alto el fuego en Ucrania y su recién reelegido Presidente acaba de aterrizar en Moscú. Es el primer líder importante que visita a Putin desde que le dio por invadir Ucrania. El encuentro viene precedido por visitas del dictador ruso a Crimea y la parte ocupada del Dombás, que sus tropas intentan desde hace meses dominar por completo sin conseguirlo. En el plano diplomático, todo son avances de los acuerdos a que van a llegar y de la predisposición rusa a un alto el fuego, condicionado por las visitas de su Presidente a lo que considera territorio propio.

Todo van a ser reverencias al líder chino: Sí, Sr. Jinping, lo que Vd. quiera. Rusia necesita a China como nunca antes, tras una historia cargada de disputas y desconfianzas mutuas. Ambos países son ahora amigos, las compras chinas representan el 30 % de las exportaciones rusas, un apoyo vital para poder seguir combatiendo a sus vecinos. Los asiáticos no han condenado la invasión de Ucrania y probablemente se unirán a la postura rusa de descargar las culpas en el pretendido expansionismo de la OTAN. El alto el fuego que proponen sus protectores permitiría a Moscú coger oxígeno y consolidar ganancias territoriales.

Pekín parece olvidar que fue su vecino del norte el que inició una agresión militar injustificada y aprovecha los horrores de la guerra para difundir su capacidad de mediador, de gran líder del planeta. Aunque también tiene intereses más prosaicos. China ya vende el 40% de las importaciones de Rusia, la retirada de las empresas occidentales le facilita el control de ese mercado. Que buenos son los totalitarios, que malos los demócratas que quieren seguir la guerra. Su postura tiene respaldo en cierta izquierda bien pensante de países democráticos, que en su secreto interior aún añora el comunismo, y en el creciente universo populista que se agarra a seguir en el pasado.

Las tendencias a reconstruir un orden bipolar en base al respeto o el desprecio a las reglas democráticas y los derechos humanos, eran la base del último capítulo (Más allá del estado nación) de mi ensayo. La raíz de los problemas que encara la Humanidad para disponer de libertad e igualdad de oportunidades está en la contradicción que nuestra forma de organizarnos en base a estados nación, amantes de sus fronteras (y de expansionarlas en cuanto pueden) y de su identidad patriótica, representa en un planeta mucho más lleno de gente e interconectado.

El proceso estaba ahí y el líder del Estado más extenso del mundo, heredero de ansias imperiales sobre espacios próximos, decidió saltarse el derecho internacional, construido para garantizar la coexistencia pacífica, e invadir la vecina Ucrania alegando diversas razones que no tienen más valor que justificaciones propagandísticas de una agresión delictiva.  Su jugada acelera el proceso de tomar partido y hacer piña con los del bando propio, en su caso el de los autócratas. Por eso, bienvenido Mr Xi, dicen en Moscú. Aunque ofrezca mucho dinero, por encima y por debajo de la mesa, al chino le será más difícil que le reciba Volodymyr Zelensky ya que milita en el bando democrático y lo que ha hecho Rusia es inasumible, aunque quizá admita una reunión telemática.

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2 comentarios

  1. Sin disentir, en lo esencial, de lo que dices, no veo yo ni la imposibilidad ni la inconveniencia de que Zelensky se “vea” con Jinping. Las cosas están como están y, sin que ello implique aprioristicamente ningún tipo de abdicación, una hipotética reunión de ambos líderes, por más distantes que se muestren sus posiciones de partida, en nada tiene que perjudicar a los intereses de Ucrania ni, por añadidura, de quienes le apoyamos. Como ya defendí en anteriores comentarios, creo que cualquier negociación que no comporte inasumibles cesiones de partida, es más una necesidad que un perjuicio. Es mucho lo que está en juego como para dejar de buscar hasta la extenuación acuerdos, aún mientras el enfrentamiento bélico se mantiene.

    1. No me opongo a que se vean, pero Xi actúa al servicio de Putin. Lo que hace es teatro a mayor gloria de la lucha contra la libertad

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