Es un breve resumen de lo que son, según mi criterio, las claves del acuerdo para la reforma laboral, la primera con consenso de todas las partes.

Los empresarios consiguen que no se toque la indemnización por despido improcedente, 36 días por año trabajado con un tope de 24 mensualidades, que fue la principal medida del Gobierno de Rajoy en el 2012 y la que produjo más rechazo sindical, antes eran 45 días con límite de 42 mensualidades. Abaratar ese coste es un mecanismo básico para combatir la temporalidad en el empleo, que es excesiva. Si cuesta mucho reducir plantilla fija, las empresas usarán menos la relación laboral indefinida por miedo a hipotecarse y no poder reaccionar ante coyunturas negativas o la necesidad de hacer cambios en la dimensión o en la especialización del negocio, que podrían exigir menos personal o personas con distintas capacidades.   

Lo saben los sindicatos, aunque no lo reconozcan. En los sectores más estables tiende a haber más contratos indefinidos desde los cambios del 2012 y el coste del despido en España sigue siendo el más alto de la UE, lo que frena las inversiones exteriores. No obstante, tenemos actividades de mucho peso, como hostelería y construcción, con fuerte componente estacional. Es bueno que se adopten medidas para eliminar abusos, reducir la gama de contratos laborales y afinar sus requisitos, como pretende la nueva reforma.

Los acuerdos para dar prioridad a los convenios laborales de sector sobre los de empresa y para prorrogar la vigencia de los vencidos, en caso de no conseguirse firmar un convenio nuevo, refuerzan a unas organizaciones sindicales que sólo agrupan al 13,7 % de los trabajadores, la tasa más baja de sindicación de los últimos 30 años. Sostienen su peso político al asegurarse de que lo que acuerden con la patronal de un sector se constituye en baremo mínimo para todas las compañías encuadradas en esa actividad.

La preeminencia del acuerdo sectorial tampoco le debe parecer muy mal a la CEOE, dirigida por grandes compañías que negocian sus convenios directamente con los representantes sindicales. Evita que empresas más pequeñas consigan acuerdos con sus empleados que constituyan una ventaja competitiva. Probablemente la medida hubiera sido más difícil de consensuar si en la mesa de negociaciones se sentara una organización patronal que representara sólo a las pymes, como ocurre en otros muchos países.

Como es normal todos defienden sus intereses. Aun así, la reforma consensuada es un buen regalo de Navidad. Felices fiestas.

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2 comentarios

  1. Si. Es normal. Todos defiendan sus intereses (los de ellos y sus representados) pero ¿ son esos intereses los intereses de TODOS ? .
    La bondad o no de las decisiones se miden por los resultados y a ellos debemos remitirnos. La tan cuestionada, por algunos, reforma laboral, con las imperfecciones que pudieran serle atribuidas, ha superado con éxito evidente cualquier análisis objetivo (incluida la fórmula ERTE de la que se apropiaron y “presumen” sus detractores).
    Ojalá los cambios (no derogación) acordada pueda acreditar que su oportunidad y conveniencia vale para algo más que para satisfacer al público objetivo e intereses electorales de algunos.

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