Debemos celebrar lo logrado por los foreros de Reditt al conseguir librar a una cadena de tiendas de videojuegos, GameStop, de las garras de fondos bajistas que apostaban por su desaparición. Millones de órdenes de compra, canalizadas a través del bróker gratuito Robinhood, provocaron una subida espectacular de las acciones de GameStop e hicieron perder mucho dinero a los fondos especializados en el mercado de futuros encuadrados en los que se llaman edge funds.

Los medios y las redes rebosan de información sobre este proceso y lo que puede suponer para el funcionamiento de los mercados organizados. La ola de compras se extendió con menos impacto a otros valores que estaban en dificultades (BlackBerry o los cines AMC) y a alguna materia prima como la plata. Surfeando la ola hay muchos tipos de activistas, desde ácratas antisistema al hombre más rico del mundo, Elon Musk, el dueño de Tesla.

Lo ocurrido es relevante porque se trata de una respuesta de la sociedad civil a los excesos de poder, como puede ocurrir en el plano político con los que luchan por la libertad en países autoritarios o con los consumidores que boicotean redes sociales que ceden datos para manipular elecciones o compañías tecnológicas controladas por regímenes fascistas.

Soy consciente de que este tipo de acciones promovidas en redes sociales tienen riesgos y son susceptibles de ser manipuladas por intereses ocultos. Aun así, me quedo con el aspecto positivo de que un número importante y variado de ciudadanos introduce un factor de aleatoriedad en las bolsas. Les viene bien, debería ayudar a que funcionen mejor al ser más difíciles de controlar, incluso puede ser útil para prevenir burbujas especulativas.

Los poderosos de todas las especies tienen obsesión por el control, por poder saber todo lo que pasa. La incertidumbre no les gusta, por eso se vuelven más prudentes ante ella. En el libro que nos sirve de base se propone alguna medida sistemática (pg. 77) para evitar que los modelos de inteligencia artificial aplicados a mercados financieros se comporten de forma demasiado determinística y lleguen a provocar dinámicas peligrosas para el conjunto o para alguna empresa concreta. En el epílogo (Todos somos necesarios) del ensayo se apela a la necesidad de que haya un dinamismo social que se resista a los abusos de poder: «Podemos trabajar en varios planos. Tenemos la posibilidad de organizarnos, de apoyar a ONGs y a otras iniciativas de la sociedad civil para defender lo que pensamos y ayudar a otros. Somos clientes, votantes, agentes de información en las redes sociales y podemos ser activistas dentro del accionariado de las compañías mercantiles. Desde esas posiciones influimos en la política de las empresas o en cómo se gestiona el país y el mundo».

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