El día 1 se celebraba el aniversario de la devolución de Hong Kong a China por el Reino Unido en 1997. Una fecha que se solía conmemorar con actos de masas en la excolonia, que gracias a las condiciones de retrocesión del territorio tenía un plazo de, al menos, 50 años para seguir disfrutando del régimen de libertades democráticas instauradas por los británicos. Sólo fueron 23.

La noche anterior, cuando preparaban los actos de conmemoración, recibieron un regalo de Pekín: la prometida ley de seguridad nacional para combatir la secesión, la subversión, el terrorismo y la asociación con extranjeros. En lenguaje normal, una ley contra la discrepancia y la diversidad. Las penas a los que la transgredan pueden ir hasta la cadena perpetua.

Se crea además un Comité de Seguridad Nacional en Hong Kong, no responsable ante el parlamento local o la judicatura, encabezado por la Presidenta de la ciudad, con un asesor nombrado por Pekín que supongo que tendrá derecho de veto a cualquier cosa que no guste en la capital. El primer día de vigencia de la ley fue acompañado por una represión brutal contra los que protestaban.

No soportan que los chinos puedan vivir y progresar en un régimen de libertades. Es muy mal ejemplo para las masas interiores, sometidas, controladas y “reeducadas” si es preciso, y alimenta las tensiones que tiende a crear una creciente clase media en busca de más libertad. A Taiwán ya no pueden venderle lo de “un país dos sistemas”, son capaces de buscar una solución militar, aunque tengan que provocar una pandemia para distraer al resto del planeta.

Como hemos repetido aquí, la última hace un mes cuando se anunciaba esta ley de seguridad nacional, el país que aspira a tener la primera economía del mundo, alberga el mayor sistema dictatorial y xenófobo que la Humanidad ha conocido. Los Estados democráticos deberían aplicar sanciones al régimen chino por lo que le hace a su gente y tendríamos que apoyar más a los que allí se juegan la vida y la libertad para combatir el totalitarismo.

Si queremos hacer algo desde aquí, a nivel sociedad civil, lo que más les influiría es que dejáramos de comprar productos tecnológicos de marca china, que para ellos son estratégicos. No podrían luchar contra eso, tendrían que frenarse. Nada es ajeno a cada uno de nosotros en la sociedad global.

La diversidad tiende a sufrir en todas partes para levantar los Estados nación en que está organizado el mundo, pero la situación es mucho más dura en los autocráticos. Por eso, en el blog dedico espacio a los que luchan por defender las libertades y los marcos democráticos que protegen formas diferentes de ser y de vivir. Esta entrada abre una nueva categoría que titulo “minorías/diversidad”.

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