¡Quiero Groenlandia! ¡Quiero Groenlandia!

El niño rico, gordo y mal criado se ha encaprichado con la gran isla ártica y quiere comprarla. Como el Estado al que Groenlandia está vinculada, Dinamarca, no le hace ni caso, pues ha suspendido una visita que iba a realizar a ese país.

A Trump no le gusta que le lleven la contraria, está poco habituado y más ahora que es el jefe. Además supongo que contemplar toda aquella tierra despoblada y rica en diversas materias primas, incluido petróleo, le toca también la fibra de emprendedor inmobiliario. Me recuerda aquella escena de la magnífica película de Berlanga “La Escopeta Nacional”, cuando un promotor confiesa que la Casa de Campo le revuelve el estómago: “… cada vez que la cruzo tengo que tomarme un Librium. Millones y millones de metros cuadrados de un terreno fabuloso, allí, perdidos, sin producir nada”.

Son demasiadas sensaciones de frustración para lo que puede aguantar este personaje habituado desde pequeño a hacer lo que le da la gana. Me temo que el asunto pueda volver a plantearse de forma más agresiva. EEUU, como todos los países muy grandes (China, Rusia) tienen la tendencia a considerar que les pertenece todo lo que les rodea. Confiemos en que el carácter democrático de los EEUU, un Estado de derecho, prevalezca en este caso.

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