La educación de niñas y niños es fundamental para sus vidas. Estamos dejando pasar meses irrecuperables para ellos porque la educación a distancia es un sucedáneo que reduce mucho el rendimiento.

Una situación que además fomenta el incremento de la desigualdad, porque perjudica más a los desfavorecidos, a los que habitan los escalones sociales de menos ingresos, que viven en casas en que no hay ordenador, no existe cobertura de wi-fi o tienen un solo móvil para varios hermanos. Donde es más difícil que los progenitores tengan capacidad para ayudarles con las tareas. Hay que recordar, por último, que muchos escolares en estado de necesidad reciben una comida en la escuela que es su principal nutrición ese día. Su situación, con padres trabajando en la economía informal o en tareas poco cualificadas, puede haber empeorado mucho en estos meses. Es urgente ayudarles.

La educación es el instrumento fundamental para conseguir la igualdad de oportunidades y promover el ascenso social. Desactivarla durante meses tiene efectos perversos de carácter permanente, al restar posibilidades de mejora a los más desfavorecidos y fomentar que la sociedad de vuelva más injusta y más ineficaz, por desaprovechar el potencial de las nuevas generaciones.

En esta fase de control de la pandemia, lo más urgente es devolver a los niños y niñas a las aulas, si no queremos crearles daños a largo plazo. Según los estudios disponibles, es muy difícil que ellos contraigan la enfermedad del COVID-19, al contrario de lo que pasa, por ejemplo, con la gripe común. También parece que no propagan la epidemia. Investigaciones realizadas en Islandia y Holanda no han encontrado ni un solo caso de transmisión de niños a adultos. Cuanto más pequeños, más ajenos al coronavirus.

Muchos estudios están realizados con muestras aún pequeñas y habrá padres que tengan miedo de enviar a sus hijos a la escuela. La vuelta al cole se puede plantear como voluntaria, como ha hecho Francia. Habrá quien prefiera mantenerlos en casa. Más tarde, cuando comprueben que el proceso avanza con normalidad, la mayor parte los enviará al colegio. Porque los padres también empiezan a volver al trabajo. Si no abrimos las aulas les estaremos perjudicando, especialmente a las madres que tienden más a asumir esas cargas. 

En este blog he reiterado que la vuelta al cole en zonas rurales e islas sin casos de coronavirus debería haberse producido ya. En estos lugares, las escuelas son suficientemente grandes para hacerlo sin problemas. Donde no lo sean, se pueden habilitar otros sistemas, como dividir los cursos en dos grupos y que acudan en días alternos. Un día trabajan en casa el otro en el aula. Son soluciones que ya se adoptan en Estados que se han tomado este asunto en serio.

No se puede dar el curso por perdido, al menos en las zonas menos afectadas. Debe tratarse el tema con la seriedad que merece. En la próxima prórroga del estado de emergencia, si se aprueba, este asunto debe ser devuelto a las CCAA que tienen competencias en educación y capacidades para conducir esta parte de la desescalada . También es recomendable que el proceso sea supervisado por un comité de expertos específico, que sirva de plataforma para valorar experiencias y recomendar los pasos a dar.

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