Si los países del euro tomaran la decisión de iniciar un proceso para prescindir del papel moneda, deberían hacerlo en dos fases. La primera es fundamental para lograrlo con pocas perturbaciones para los usuarios. Es la etapa más compleja y le dedicaré esta entrada, más general, y las dos siguientes.

Antes de abordar el proceso de retirada de billetes, debe crearse un comité de expertos que asesore sobre las medidas a implantar, realice un seguimiento del nivel de consecución de objetivos y pueda proponer cambios o acciones complementarias en función de lo que vaya ocurriendo. El comité tomará en cuenta las experiencias de Dinamarca y Suecia, que ya avanzan en esa dirección desde hace algunos años.

No voy a volver sobre las medidas que se indicaban en una entrada anterior (SB7) para proteger la privacidad, lo fundamental ya está expresado allí. Pero es un asunto tan importante que deberá tener un desarrollo paralelo, coordinado por su propio grupo de expertos, en el que es preciso contar con buenos conocedores de la legislación sobre competencia y sobre protección de datos personales.

El ámbito de trabajo de este grupo superaría el de los medios de pago y se extendería a toda la problemática de acumulación de datos de personas, que alcanza de lleno a los grandes operadores en internet. Las medidas que se aprueben a nivel europeo también se aplicarán a estos, especialmente las orientadas a favorecer la diversidad de proveedores y evitar situaciones de dominio. Una propuesta general figura en la entrada del 27/09 :  Internet es un mercado salvaje. Necesita normas de competencia.

Mi plan apuesta por retirar los billetes de circulación en un plazo relativamente corto, cuatro o cinco años, si lo comparamos con los quince que fijó Dinamarca cuando inició el proceso en 2015. Hay dos razones para ello, la primera es que mi propuesta no afecta inicialmente a las monedas, incluso, como se verá, se planea emitirlas en valores de 5 y 10 euros. Porque se orienta principalmente a combatir la gran economía sumergida y criminal, antes que los costes de transacción, como es la línea oficial de Dinamarca y, también, de Suecia.  Eso quedaría para después, a resulta de cómo se vayan desarrollando las cosas. La segunda, es que el plan debe ayudar a que la recuperación económica de la enorme crisis que estamos fraguando se haga con cierta rapidez y financiada por los “malos”, que ya he identificado en SB5, y no ahogue en exceso las cuentas públicas.

Es importante marcar al Banco Central Europeo un plazo de tiempo limitado para canjear, mediante ingreso en cuenta, los billetes que se vayan dejando de emitir. Transcurrido el cual dejarían de tener valor. Los bancos centrales son muy cuidadosos en este punto, porque consideran que parte de su prestigio como emisores radica en que sus billetes siempre se pueden cambiar por otros nuevos. A partir de ahora, ese prestigio no les hará falta porque van a abandonar la actividad.

Como me interesan especialmente los aspectos éticos (SB6), debo recordar que la emisión de billetes de muy alta denominación fue justificada por el BCE para ganarle “cuota de mercado” al dólar en las transacciones, sobre todo, de los traficantes de drogas y personas. El dibujo de Romeu que reproduzco ilustra bien el éxito obtenido. Una retirada relativamente rápida de esos billetes será un golpe duro que dificultará el trabajo de esos “clientes privilegiados” de nuestra exquisita entidad emisora. No me dan ninguna pena.

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