Después de varias entradas que me han servido para analizar aspectos relevantes para el éxito del plan, paso a concretar las medidas que propongo en la fase inicial. Esta etapa resulta fundamental para conseguir, sin problemas significativos, una sociedad en que no operen los billetes y no debería durar más de tres años. Las medidas podrían corregirse o completarse dentro del proceso de seguimiento.

1. Empezar a emitir monedas de 5 y 10 euros, que continuarían existiendo, si se estima conveniente, algún tiempo después de terminada la eliminación del papel moneda. Facilitan la paulatina adaptación de colectivos en riesgo de exclusión que mueven efectivo en pequeñas cantidades para subsistir, como la mendicidad o los manteros. También podrían ayudar a las personas mayores a realizar la transición a los medios de pago actuales. Sobre estos grupos se establecería un seguimiento específico. A los grandes delincuentes se les haría muy complicado pagar cargamentos de droga o mordidas varias con cajas o camiones de monedas. El previsible aumento de la circulación de monedas requerirá de dispensadores autorizados, que podrían instalar, mantener y reponer los comercios, de alimentación pioritariamente, como un servicio para ayudar a que las personas de los colectivos mencionados más arriba puedan adquirir productos básicos.

2. Dejar de emitir y retirar el papel moneda en circulación de esas dos denominaciones y de las tres más elevadas. Afectaría a los billetes de 5, 10, 100, 200 y 500 euros; el de 500 ya no se emite, pero aún circula. El plazo máximo para ingresar en cuenta los billetes retirados no debería exceder los dos años. Si se hace un cambio en caja, será necesaria la identificación del que lo realiza, una condición también obligatoria para ingresos tramitados en el extranjero. Es importante que el BCE evite reponer, con billetes de 50 y 20 euros que se mantienen en esta etapa, las cantidades de efectivo que se eliminan en las demás denominaciones. sustituiría, todo lo más, una parte (del orden del 75%) de lo que se ingrese en bancos. Esta es una de las medidas que habrá que ir regulando según el comportamiento de los usuarios. Se trata de trasmitir una sensación de escasez de papel moneda, para empujar a los consumidores a emplear los sistemas de pago modernos.

3. El marco legal deberá adaptarse a las nuevas circunstancias y eliminar las condiciones que favorecen los pagos en especie:

  • La mayor parte de los establecimientos comerciales dejarían de estar obligados a admitir el efectivo, con excepción de los de alimentación y algún otro, como farmacias. Los bancos podrán limitar el servicio de caja a algunas oficinas.
  • Se suprimirán las restricciones a realizar recargos por los servicios de cobro y distribución de efectivo, tanto para bancos como para comercios, aunque imponiendo límites para evitar un cambio brusco. Porque el efectivo es el sistema de pago más caro que existe y, una vez camino de suprimirlo, no hay que promover la repercusión de su coste real, especialmente a colectivos excluidos, que pueden ser los últimos en abandonarlo. Para favorecer la transición, no se cobrarán los ingresos de billetes que se estén retirando.

4. Se establecerían restricciones legales a la cantidad total que una persona pueda poseer en dinero efectivo, incluyendo la moneda extranjera. Las infracciones estarían penadas con multa o cárcel, en función del importe detectado.

Esta fase ya tendrá incidencia relevante en el comportamiento de los consumidores y de las actividades ilegales, tema que valoraremos en próxima entrada.

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