Lo del deseo viene de la próxima salida a bolsa de la primera compañía productora de petróleo del mundo, ARAMCO, la petrolera de Arabia Saudí. La empresa ha fijado un precio por acción que la valora en 1,5 billones de euros, billones de los nuestros, de doce ceros. Batirá de lejos todos los records precedentes de sociedades que se estrenaban en los mercados.

Un par de días después de publicarse la noticia, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), controlada de hecho por los jeques saudís, acordaba un recorte de la producción de un 0,5% para tratar de evitar que el crudo se abarate y les estropee el negocio. No conseguirán demasiado, porque hay varios países que no participan en la OPEP y que están aumentando su producción, algunos (EEUU, Canadá) por puro negocio, otros (Rusia, Brasil) porque tienen problemas económicos que les obligan.

El consumo de petróleo como combustible es, junto al carbón, el gran culpable del calentamiento de la atmósfera. También es el principal responsable, convertido en plástico, de la contaminación de los mares, a los que también llegan vertidos de vez en cuando. Como el de la foto, tomada en uno de los varios desastres de ese tipo que tuvimos en Galicia durante el último medio siglo.  

Quizá deberíamos alegrarnos de que el petróleo se encarezca porque así bajará su uso. El problema es que esa pasta negra nos mancha también en el plano social, reforzando la capacidad de monarquías medievales de someter a sus súbditos, especialmente a las mujeres. En casi todos los países que tienen muchas reservas de petróleo, salvo los muy industrializados, proliferan las autocracias, y, al mismo tiempo, tienen graves problemas de pobreza, a pesar de la riqueza de sus reservas. Una terrible contradicción a la que los expertos en desarrollo llaman “la maldición del petróleo”.

Y ya hemos comentado aquí que el encarecimiento de los combustibles tiene incidencia en el aumento de la desigualdad y de la pobreza. La solución es otra, es cambiar los hábitos de consumo promoviendo fuentes energéticas limpias y combatiendo los excesos de gasto. Por ejemplo, la excesiva iluminación en Navidad. Faltan pocos días para el ecoblackfriday, no dejemos pasar la oportunidad, y apaguemos las luces navideñas ese día para enviar un aviso a los políticos que estarán abandonando Madrid.

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