A veces, se dan circunstancias que conectan hechos aparentemente poco relacionados. Acaba de ocurrir al conocerse, de forma casi simultánea, las sentencias de la Audiencia Nacional relativas a los dos mayores casos de insolvencia sucedidos en Galicia este siglo.

A finales de los 90, el Banco Pastor, líder destacado en la actividad de concesión de crédito a empresas en Galicia, donde ejercía mi trabajo profesional, no le daba riesgo a Pescanova, porque no creía sus números. Caixa Vigo, presidida por el veterano Julio Fernández Gayoso, que conocía muy bien todo lo que pasaba en su ciudad, tampoco estaba a gusto con ellos.

Entonces entraron en juego decisiones políticas. El poderoso conselleiro José Cuiña, secretario general del PP de Galicia presidido por Manuel Fraga, decide redefinir el mapa financiero de la Comunidad porque temía que su añorada Caja Pontevedra fuera absorbida por “los del Norte”. Idea que le repelía después de haber sido Presidente de la Diputación de aquella provincia. Por eso decidió forzar la fusión de las tres cajas de ahorros que quedaban en el sur, Vigo, Pontevedra y Ourense, bajo la marca Caixanova. Amanecía un nuevo marco para la banca gallega, promovido por un político de objetivos limitados en un sector que no conoce fronteras.

Fue el principio del desastre. Dos cajas de dimensiones similares empezaron a combatirse como fieras con el Pastor por el medio. Como responsable comercial de este último, no podía entender lo que se había diseñado desde los despachos de la Xunta, que nos estaba debilitando a todos, a mayor gloria de los grandes competidores nacionales para los que el mercado gallego era secundario. Ninguna de las entidades existe ya.

Luego empezaron a ocurrir sucesos más o menos lógicos en el contexto creado. Centrándonos en las sociedades protagonistas de las sentencias que se acaban de producir, Caixa Galicia, basada en Coruña y con ganas de entrar en el mercado de Vigo, se dejó seducir por el Presidente de Pescanova para hacerse accionista de esta empresa, en cuyo consejo de administración entró un hijo del director de la caja. Esto le dio oxígeno a la gran compañía pesquera y se lo quitó a la gran caja de ahorros, que, en paralelo, estaba empeñada en una expansión agresiva fuera de su mercado base, demasiado apoyada en la financiación de promociones inmobiliarias.

Cuando llega la crisis de finales de la primera década, Caixa Galicia está muy mal, mucho peor que Caixanova como expresa la sentencia de la Audiencia Nacional conocida hace unos días. Pero la Xunta decide forzar la fusión de ambas. Al tratar de tapar un problema lo que hace es ampliarlo. El engendro, Novacaixagalicia, dura poco y su saneamiento le cuesta al Estado 8.000 millones netos. De aquello, salió Abanca, rescate de restos del naufragio realizado con habilidad por el empresario venezolano Juan Carlos Escotet.

Las recientes sentencias de la Audiencia Nacional condenan a 8 años de cárcel al inspirador de la contabilidad creativa de Pescanova, su Presidente Manuel Fernández de Sousa Faro, y sacan los colores a auditores (BDO), CNMV y Banco de España. Entre los acreedores de la empresa no figura el viejo Pastor. No encontrarán este análisis en los medios, porque las televisiones están muy influidas por las visiones políticas y, además, el manipulador Presidente de Pescanova era era patrono de honor de la fundación del principal medio escrito de la zona.

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