“Los economistas que hacen previsiones no saben calcular el proceso de afloramiento, no es fácil, y lo toman como crecimiento, como mayor consumo, porque registran algo que antes no veían. Por eso se siguen actualizando previsiones conforme aparecen datos nuevos. Mi vieja afición a observar los cambios que provoca el menor empleo de los billetes ya me ha llevado a explicarlo en otras ocasiones. Publiqué algún artículo sobre el tema en prensa escrita y en este blog. El pasado 16 de febrero, analizaba aquí por qué las previsiones de crecimiento económico de España para el 2023 habían sido superadas. Al final de esa entrada, advertía que las publicadas para este año también se revisarían al alza.” (1)

Por tercera vez, repito análisis. El Gobierno, el INE, el Banco de España, la UE, la OCDE rectifican al alza el crecimiento económico de España y las grandes agencias de calificación elevan el nivel de la deuda de nuestro Estado. Me canso de pronosticar que eso va a ocurrir, porque parte del crecimiento no es tal, es afloramiento de economía sumergida. Aparece algo en la contabilidad oficial que antes no se veía, aunque ya estaba ahí, por eso es el consumo lo que empuja la subida. Es lástima que nuestros grandes economistas sean tan limitados al analizar la realidad. Superar previsiones no es mérito del Gobierno, es de los ciudadanos que cada vez pagan más con medios electrónicos, especialmente teléfonos móviles, y hacen visible gasto que antes no declaraban los perceptores. Proceso que se aceleró tras la pandemia. Las generaciones más jóvenes casi han olvidado el efectivo.

Por razones profesionales, participé en el lanzamiento y despegue de las tarjetas de pago en la España de los 70 y 80 y pude comprobar que eran mejor recibidas (aquí prácticamente todos los menores de 100 años saben ahora manejar una tarjeta) que en los países más destacados de Europa porque antes no contábamos con un sistema de pago bancario eficaz que compitiera con el efectivo. Los vecinos del norte (Francia, Alemania…) tardaron más en emplear las tarjetas, ya que hacían un uso extensivo de los cheques, pero éstos no sirven para digitalizar los sistemas de pago. Ahora lo notan en su crecimiento económico, tienen menos afloramiento porque usan más los billetes y además su economía sumergida es probablemente más reducida que la nuestra.

El lento afloramiento de la economía sumergida añade, desde el 2020, unas décimas anuales al crecimiento económico oficial y lleva también al aumento de la recaudación de impuestos y cuotas de la seguridad social, al legalizarse más empleo, como vemos en las cifras de España. Por último, es importante destacar que la caída del uso del efectivo aumenta la eficacia del sistema productivo, porque disminuye el empleo del sistema de pago más costoso. Con ello se apoya directamente el crecimiento, no sólo el afloramiento. Razón que tuvo mucho peso en la decisión de Dinamarca de dejar de emitir billetes en 2030.

Son las ventajas de los nuevos sistemas de pago, los inconvenientes se pueden evitar, como he explicado en mi libro sobre el tema y en entradas anteriores. Cuando desaparezcan tecnologías antiguas, los mayores avances se darán en el ámbito de la seguridad y del control de la inmigración ilegal, incluidas las redes de prostitución que tanto nos preocupan. El problema es que, para que eso ocurra, el sector público debe acompañar la tendencia de la sociedad civil y tomar el camino danés. Tardará en hacerlo, aún morirán o serán dañadas innecesariamente muchas personas antes de que el aparato político-burocrático se apunte. Son un mundo aparte, agradecen crecer y recaudar más y, al mismo tiempo, gustan de la financiación ilegal de los partidos y consideran que emitir billetes es un buen negocio, será para ellos. Para evitar perder privilegios, andan ahora desatados con el euro digital, que puede traer graves problemas de exceso de control. No hace ninguna falta, el euro digital ya existe, es el que figura en nuestras cuentas bancarias y movemos con las tarjetas.

(1) Párrafo tomado de la entrada del 30/09/2024, titulada: La economía española aparenta superar previsiones.

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