Israel quiere echar a los palestinos de sus tierras. Firma una tregua en Gaza y a continuación traslada unidades del ejército a Cisjordania para expulsarlos del campo de refugiados de Yenín, donde malviven más de 14.000 personas, 12 han resultaron muertas y 40 heridas. La tregua de Gaza intenta aplacar a los familiares de los judíos secuestrados por Hamás, que los va soltando a cambio de los miles de gazatíes que Israel retiene en auténticos campos de concentración. La mayor parte de ellos no militan en Hamás aunque reivindiquen un Estado palestino.

Han firmado una tregua, pero han mantenido, durante días, a miles de personas sin poder volver a sus casas en Gaza, la mayoría en ruinas por la sistemática labor de destrucción practicada por el invasor. Israel no considera que deba cumplir acuerdos si, según ellos, van contra su seguridad nacional, disculpa que vale para cualquier exceso. Además, se sienten respaldados. El nuevo Secretario de Estado, Marco Rubio, ha declarado que Israel es “una prioridad máxima para Trump”.

Los EEUU tampoco tienden a cumplir lo que firman. El Sr. Rubio, responsable ahora de la política exterior de su país, debe saber que Florida, el Estado que él gobernó, fue adquirida a España en 1819 tras firmar un acuerdo en que se comprometían a pagar una cantidad que nunca entregaron, como recordaba en la entrada del pasado día 15. En ese mismo acuerdo (Tratado de Adams-Onís) los jóvenes EEUU reconocían expresamente la soberanía de España sobre Tejas, que continuó en Méjico cuando se independizó. Poco después, Tejas pasó a ser el Estado 28 de la nación del norte.

El argumento de la seguridad nacional podrá utilizarlo el expansionista Trump para anexionar Groenlandia y el Canal de Panamá. El área que ocupa éste fue devuelta en 1977 al país donde está (Tratados Torrijos-Carter), tras ser un enclave colonial de los financiadores del Canal. Los EEUU pusieron su dinero, que recuperaron holgadamente, y miles de gallegos su sangre, contratados para dejarse la salud en montes y marismas, uno de los episodios más tristes de nuestra historia. Como el acuerdo de devolución obligaba a Panamá a garantizar la neutralidad en el uso del gran canal entre Atlántico y Pacífico, Trump alega que China influye demasiado en él y, por tanto, tienen derecho a recuperarlo por razones de seguridad nacional, claro.

Si estos días van a ver la película El Brutalista, que ha obtenido 10 nominaciones para los Oscar, intenten tomar distancia de la interesante historia que nos cuenta y analicen algunos valores sociales que subyacen. Tendrán tiempo, dura más de tres horas y media. Creo que los judíos han enriquecido los lugares a los que sus exilios les han llevado y han sido víctimas de demasiadas persecuciones. La última y más brutal, el holocausto nazi que recordamos especialmente estos días en que se cumple el 80 aniversario de la liberación de Auschwitz. Pero veo la película  subliminalmente sionista como mucho de lo que viene de los EEUU.

El gran arquitecto que la protagoniza es judío, ha podido huir de los nazis, y se lleva bien con los cristianos, anglosajones o italianos, y tiene un gran amigo negro, referencias básicas a los estratos étnicos que constituyen la comunidad humana donde vive. Se echa en falta algún papel para los hispanos,  pero, al parecer, son menos manejables en el esquema de lo políticamente correcto que predomina en el nordeste de los EEUU (Filadelfia, Nueva York). Quizá por eso sea aceptable devolverlos a sus países de origen cuando piensan que hay demasiados, como está haciendo Trump.

En su primera parte, el protagonista y allegados celebran la gran noticia de la decisión de la ONU de crear el Estado de Israel (1947), al que se van a vivir inmediatamente algunos de ellos. Para dar esa alegría a los judíos y compensarles algo de las atrocidades que acababan de sufrir en Europa, se levanta un estado nación en el lugar de donde eran originarios. Eso obligaba a dejar espacio a los palestinos que habitaban la zona desde hacía 1200 años, pero no un Estado soberano como el de los judíos. De aquellos polvos vienen estos lodos. Ahora los palestinos sobran y Trump acaba de decir que habría que mandárselos a Egipto y Jordania para “limpiar” Gaza. Pobre gente, son un pueblo sin Estado, el gran invento al que, al parecer, ellos no tienen derecho, como les pasa a los kurdos algo más al norte. Tenerlos a secar da muchos votos a dos líderes de vocación nacionalista y autoritaria, el judío Netanyahu y el turco Erdogan que ahora cuentan además con un poderoso colega en Washington.

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