Una observación personal, ahora que estamos en las semivacaciones de la pandemia. La foto parece de hace 30 años, pero la hice en Praga en octubre de 2010, cuando salían los muñecos mecánicos del impresionante reloj astronómico del ayuntamiento. Me pareció más interesante el afán de la gente en tomar fotografías que el alarde técnico del reloj. Sorprende la cantidad de cámaras de bolsillo que usábamos no hace tanto.

Muy mal les ha tenido que ir a los fabricantes de unos artilugios que se han quedado casi tan obsoletos como los relojes mecánicos. Ha sido en muy poco tiempo. Si nos fijamos muy bien en la foto vemos que, al menos una persona, usa un teléfono móvil para tomar instantáneas. Los smartphones empezaban a conquistar el mercado y, sólo un año después, seguro que habría muchas menos cámaras. Ahora, sólo quedan algunas de las grandes, que usan los más expertos porque tienen una óptica mucho mejor que la que cabe en un móvil. Una muestra más de cómo nos está cambiando este aparato.

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